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miércoles, 12 de diciembre de 2012

NI UN MINUTO ANTES NI UN MINUTO DESPUÉS

Me gusta imaginar cosas así, jugar a hacerlas posibles. Con su pizquita de ternura.


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NI UN MINUTO ANTES NI UN MINUTO DESPUÉS

El vestíbulo era enorme, como el área de embarque de cualquier aeropuerto, tenía los techos altos y las paredes reflejaban una luz levemente amarilla que, a pesar del tamaño de la sala, resultaba agradable. La cola, encauzada por pivotes y bandas de plástico azul, trazaba varias curvas antes de alcanzar, a lo lejos, el mostrador en el que se afanaban tres o cuatro funcionarios.
Vicente suspiró, resignado y decidido a tomárselo con calma. De algo tendrían que servirle los cientos de horas perdidas en las colas del INEM, a la espera de un trabajo que no llegaba nunca. No se había molestado en hacer cuentas pero sospechaba que todas aquellas esperas equivalían, por lo menos, a varias semanas de su vida.
Miró a los que le precedían en la cola. Eran un grupo bastante numeroso, casi todos ellos llevaban pequeñas mochilas o equipajes de mano; muchos se cubrían con gorras de visera. Se atrevió a preguntar a la mujer que estaba justo delante de él.
—Disculpe, ¿todos ustedes van juntos?
La mujer se levantó las gafas de sol para mirarle y responderle.
—Sí, somos del vuelo 456.
—Ah…
Al cabo de unos minutos, la cola empezó a avanzar rápidamente. Al parecer, los trámites de los pasajeros del vuelo 456 habían sido rápidos y Vicente se encontró junto al mostrador mucho antes de lo que había imaginado.
—Buenos días —saludó con cortesía.
Pero en el rostro del funcionario, en vez de una sonrisa cortés, apareció un gesto de auténtica sorpresa.
—¿Qué hace usted aquí?
Un joven que atendía dos metros más allá, se acercó al percatarse de la incidencia.
—¿Ocurre algo, Moisés?
El tal Moisés miró furtivamente a Vicente, cogió unos papeles y, apartándose un poco, se los mostró al joven. Éste echó un vistazo a los papeles, luego miró a Vicente y, por último, a su compañero.
—¡Por Dios, Moisés! —susurró—, ¿te das cuenta de lo que has hecho? ¡Le has llamado antes de tiempo, mucho antes! —Se inclinó hacia la pantalla del ordenador y movió el ratón. Lo que vio le hizo levantar la cabeza y dirigirse indignado a su compañero:— ¡Y justo cuando iba a comprobar el boleto de la Primitiva, precisamente esta semana!
Lo cogió del brazo y lo llevó hacia el interior de las oficinas.
—Vamos, vamos, esto tiene que arreglarlo el Jefe.
Moisés y el joven desaparecieron tras una puerta de cristal traslúcido. Sus compañeros, muy diligentes, se apresuraron a cubrir su hueco, pero Vicente no pudo evitar oír sus comentarios.
—Yo es que no entiendo por qué le confían cosas de esta envergadura, ¿no se da cuenta el Jefe de que está gagá?
—Bueno —respondió otro con gesto resignado—, siempre fue su favorito, ya sabes, desde el episodio de Egipto…
Al cabo de un cuarto de hora, Moisés y el joven reaparecieron con más papeles en la mano y el alivio pintado en la cara.
—Vicente —dijo el más joven con sonrisa de satisfacción—, no se preocupe, ha habido un pequeño error pero ya está subsanado. Ya puede usted regresar y continuar con lo que estaba haciendo. Seguramente le dirán que se atragantó con la magdalena que se estaba comiendo mientras miraba los resultados de la Primitiva y que estuvo unos minutos en parada cardiorrespiratoria, es así como suelen disfrazar nuestros errores allá abajo. Vaya con estos impresos al mostrador del fondo y mi compañero se encargará de todo. Y disculpe las molestias.
Vicente cogió los papeles que le alargaba el joven y miró hacia donde señalaba. En un lateral del vestíbulo había una ventanilla frente a la que, por raro que pudiera parecer, no había cola. Se encaminó hacia ella maldiciendo la burocracia aunque no pudo evitar compadecerse del anciano funcionario que se había equivocado que, por cierto, era clavadito a Charlton Heston.

2 comentarios:

  1. Contigo no se gana pá sorpresas, cuando crees que ya tienes controla´o el relato, ¡zas! te vas a la estratosfera y aparece Moisés con visera.
    Un abrazo estrellado.

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    Respuestas
    1. Sorprender, divertir, entretener... de eso se trata, ¿no?
      Otro abrazo muy grande para ti, Rosa preciosa.

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