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martes, 4 de diciembre de 2012

Hogar, dulce hogar

Me he dado cuenta demasiado tarde de que habría sido una buena estudiante de "Ciencias". Una tremenda laguna en mi formación que ahora lamento porque, de haber sido mejor mi formación científica, ahora podría escribir mejores relatos de ficción.
Tengo que conformarme con hacer lo que me permiten mis escasos conocimientos de la materia.


HOGAR, DULCE HOGAR


Al bajar del FlyBus tropezó con una anciana de bastón telescópico y mirada perdida que se había quedado parada en la plataforma como si le hubiera sobrevenido una visión mística, y estuvo a punto de tirarla al suelo. Maldijo mentalmente a la vieja y, mientras enganchaba su arnés al remonte 121, deseó con vehemencia que un rayo fulminara a los tres compañeros que le superaban en el escalafón del Ministerio, única manera de ascender de una vez al Nivel Alfa de la Administración y tener por fin derecho a transporte individual.
El brazo lector del remonte se estiró hasta rozar su nuca y, una vez comprobada su identidad, lo incorporó al flujo que descendía por la Avenida de Andrómeda. Cinco minutos más tarde lo depositaba, con una inevitable sacudida, frente a la puerta del elevador del edificio D5 de la calle 1.125.
En los minutos que duró el ascenso hasta la plataforma 107 tuvo tiempo de pensar que los elevadores eran cada vez más lentos, que los lectores de identificador fallaban cada vez con más frecuencia y producían desagradables calambrazos que luego se transformaban en insistentes dolores de cabeza, que la flota de FlyBus estaba compuesta por vehículos de los tiempos de la I Guerra Sideral, que la vida de la llamada “Población Venerable” estaba en manos de los dispensadores de drogas oficiales y que en su despacho se amontonaban los expedientes sin tramitar porque su procesador principal se había averiado tres días antes y no había conseguido que Mantenimiento atendiera su parte de incidencias.
A pesar de todo, cuando el elevador se detuvo y se abrió la puerta de la plataforma 107, todos aquellos pensamientos se borraron de su mente, desaparecieron arrastrados por la sonrisa y por la voz de su compañera.
—Buenas noches, querido —saludó melodiosamente— ¿Has tenido un buen día?
La abrazó sin decir nada. Solo al cabo de unos segundos, cuando el contacto con ella hizo efecto en sus músculos tensos, le contestó en voz baja.
—Sí, cariño, he tenido un buen día.
Ella se separó despacio sin dejar de sonreír.
—Te he preparado tu cena favorita y he encargado esa cerveza de importación que tanto te gusta. Pero antes tienes que hacer tus ejercicios aeróbicos.
Le tomó de la mano y le condujo hacia el gimnasio. Le ayudó a cambiarse de ropa y aprovechó la ocasión para acariciarle levemente en el cuello, en los hombros, en el pecho… Luego programó la bicicleta automática.
—Hoy solo cuarenta y cinco minutos, cariño —susurró, y él sintió satisfacción anticipada por lo que vendría después—, para que nos dé tiempo a…
Un chasquido metálico rompió el hilo de su imaginación, que ya había llegado al momento en que empezaría  a desnudarla, a besarla de arriba abajo.
—…que nos dé tiempo a…
La miró fijamente y pudo ver cómo los ojos de ella se cerraban con lentitud y cómo se apagaba su sonrisa.
—… tiempo a…
Notó que se le aceleraba el corazón y, como si necesitara una prueba inequívoca de lo que estaba pasando, la sujetó por la cintura, le dio la vuelta y le subió la camiseta. En el hombro izquierdo de su compañera, el mensaje no dejaba lugar a dudas:
“Ha ocurrido un error grave. Consulte con su proveedor”

6 comentarios:

  1. Pues si hubieras estudiado más ciencias.. no sé yo.. a ti no te falta de nada, querida. ;)

    Maravilloso relato.

    BESOS¡¡

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  2. Mi ignorancia en Ciencias es como el mar, Carmen: inmensa. Pero intento disimularlo.
    :-)
    Gracias, preciosa, un abrazo.

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  3. Como dice la docta Fabricia, no te falta ná de ná. Menudo ojo científico que tienes, allá donde lo pones, saltan chispas.¡Qué calladito tenías tu paseo andrómedo! Me ha encantado,
    Besos lunáticos.

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    1. La verdad es que, cuando escribo relatos de este tipo, todos mis esfuerzos se centran en que no se note demasiado mi ignorancia.
      Un abrazo sideral, doctora Rosmar.

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  4. Muy interesante y no le falta nada de científico al relato.

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    1. Gracias, Pedro, me reconforta saber que no he metido mucho la pata en la cosa científica.
      Bienvenido a esta tu caja.
      Un abrazo.

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