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jueves, 6 de octubre de 2011

BLANCAS JUEGAN Y GANAN

A petición de Nucky, que le ha gustado.
Forma parte de algo más amplio pero puede valer como aperitivo.






BLANCAS JUEGAN Y GANAN
Me gusta verlos a todos reunidos, como ahora, alrededor del café y los cigarrillos, esperando a que llegue Alex para empezar a jugar. Cualquiera que los viera en momentos así pensaría que son un grupo de amigos bien avenidos que se reúnen para pasar un rato agradable, entretenidos con un sencillo pasatiempo. Desde luego que son un grupo de amigos bien avenidos, pero no se reúnen sólo para pasar el rato, ni mucho menos.

En alguna ocasión me ha preguntado, como todo el mundo se ha preguntado en alguna ocasión, cómo demonios vinieron todos a parar a esta bendita ciudad del Mare Nostrum, cómo demonios fueron encontrándose unos con otros; cuántas opciones desecharon todos y cada uno de ellos a lo largo de cuánto tiempo para escoger, en todos los casos, la que acabaría reuniéndolos esta tarde, en esta habitación, con la excusa de tomar café y jugar a un juego nuevo.

No puedo evitar pensar en el ajedrez (es una metáfora tan obvia), un ajedrez cuyas piezas son todos ellos, y en la mano que reproduce la partida y mueve las piezas: torre a la cuatro del alfil de reina y las blancas dan mate en tres jugadas, por ejemplo.

Por ejemplo, {1 P4R} son Carpenter y Malú que bajan del avión de Pan Am que los traía desde Nueva York con su escaso equipaje y con el corazón lleno de miedo y esperanza. {...P4R} podría ser Isabel, la prima lejana y antipática de Malú que los recibe sin ocultar el malestar que le produce su llegada y los abandona en el consulado. {2 C3AR} podría ser muy bien Mª Luisa, amable funcionaria que los ayudó por encima de sus obligaciones, gracias a la cual conocieron a {...C3AD}, Florence, otra amable funcionaria que, en el transcurso de un acto de hermandad hispano-gala les presentó a {3 A5C (apertura Ruy López)} Richard, totalmente desorientado y ávido de cariño, con lo que llegamos a {...C5D (defensa Bird)}, el francesito no se despega de Carpenter y Malú en toda la velada. Podría ser así. De hecho, la situación supone tal cantidad de casualidades y coincidencias que postular la existencia de una mano que juega la partida no puede parecer un disparate. Porque, vamos a ver, ahora llega Carlos, {4 C/C}, que decide ir a la exposición de la Caja de Ahorros justo el 18 de agosto (último día) a las seis y media de la tarde. En realidad, no decidió ir. En realidad, había salido a comprarse una camisa y, cuando estaba a punto de derretirse sobre el asfalto, entró en la sala porque vio que tenía aire acondicionado. Podía haber entrado en una cafetería, pero no le apetecía tomar nada. Y allí estaba Richard, en la exposición que sería el inicio de su éxito.

Aunque, pensándolo bien, habría que traducir la partida de otra manera porque, si esta habitación y este café y esta espera son, por ejemplo, la partida después de {16 T3T}, las jugadas que en la realidad los han conducido a esta posición han sido, en muchos casos, simultáneas, y no siempre sucesivas, como en la partida del tablero. De modo que {1 P4R} pueden seguir siendo Carpenter y Malú que llegan en el avión pero, para salvar un poco la distancia insalvable entre simultaneidad y sucesividad, habría que suponer la identidad entre ellos y algunas de las piezas del tablero y entonces {...P4R} bien podría ser Richard que, definitivamente harto, coge su caballete, sus pinceles y sus pinturas y, casi llorando, cierra la verja del jardín de la casa lyonesa en cuyo interior un padre furioso se debate entre la cólera y la disnea. Isabel, Mª Luisa y Florence tendrían que ser peones sin importancia estratégica o, casi mejor, esos caballos que desaparecen en {4 C/C, P/C} y el peón de {9...P/P}. Y {3 A5C} sería Carlos que, después de hablar con el dueño de la imprenta (“Paco el Rojo” le llamaban), se va al piso, hace una raquítica maleta y deja en la mesa de la cocina una nota que, horas más tarde, Susana les leería, llorando, a dos camaradas del Partido. Naturalmente, {3... C5D} sería Lila, que decide también hacer la maleta (un poco más voluminosa que la de Carlos), dejar la ciudad y trasladarse con sus libros, su máquina de escribir y sus objetos a aquel diminuto apartamento en el que vivió algún tiempo. Feve entraría más tarde, quizá en { 11... A3D}, agazapada desde el principio de la partida y en clara relación con Lila. A Ulla y a Carbón les correspondería ser el rey y la torre en el enroque corto de las negras y su querido Clem no asomaría hasta {12 D5T}, en espectacular jugada. Y si alguna de las piezas no hubiera hecho el movimiento exacto, la partida habría sido totalmente distinta y, desde luego, habría terminado de otra manera.

En cuanto llegue Alex, empezamos.