O de cómo no les sacamos todo el partido posible a ciertas piezas de la casa.

Foto tomada de www.arqhys.com
FANTASÍA
Es sencillo de imaginar. Basta apoyar la espalda
en el frío borde de la encimera y cerrar los ojos y, a partir de ese momento,
todo sucede, como en una antigua película vista cien veces. El ruido de las
llaves en la puerta y, a los pocos segundos, unos pasos que se acercan; o tal
vez no, tal vez no llegue en ese momento, tal vez ya estaba en casa y lo único
que hace es levantarse del sillón donde hojeaba el periódico y venir hasta la
cocina. Llega y me ve, me descubre apoyada en la encimera, se da cuenta de que
le espero hace mucho tiempo y entonces sonríe apenas y me mira, se queda
mirándome de esa forma que me desarma y me deja indefensa ante él, porque no
tengo nada que oponerle, nada con lo que hacer frente a esos ojos que ya han
empezado a desnudarme. Y se acerca
lentamente y con cada uno de sus pasos mi piel anticipa lo que vendrá después,
inmediatamente, en cuanto llegue a mí y me pase los brazos alrededor de la
cintura. En ese instante, el mundo se fundirá en negro, dejará de existir, y
solo quedará el escalofrío que baja por la espalda, la creciente marea del
deseo en las venas. Y cuando, al cabo de tres eternos segundos, por fin me bese,
por fin me apriete contra él; cuando su mano encendida dibuje un camino de
fuego hasta el rincón más escondido, entonces, cuando su mano me alcance y su
boca me robe el aire y mi cuerpo se funda en su calor, entonces se acabará el
tiempo, se disolverá el espacio y solo quedará la burbuja de energía que nos
contiene y nos protege y, dentro de ella, nosotros, amándonos.
Voy a poner la lavadora.
¡Qué suerte, Vichita, tener una burbuja energética! Ya he puesto la lavadora, antes de que se anuncie la lluvia.
ResponderEliminarBesitos otoñales.
Está al alcance de cualquiera esa burbuja, doctora.
EliminarUn beso enorme.
La fantasía, los sueños, chocan frontal y fatalmente contra la desnuda y fría realidad. Qué pena, ¿no?
ResponderEliminarMe ha encantado la forma de narrarlo y, cómo no, la bofetada final que te despierta y te devuelve a lo material y mundano.
Un abrazo.
Pero también es una forma de decir que incluso en lo cotidiano más aburrido caben la ilusión y la fantasía, ¿no crees, Josep?
EliminarUn abrazo, amigo, gracias por la visita.