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sábado, 23 de noviembre de 2013

SERIE NEGRA VII (VISITAS)

Hay visitas que... 



VISITA INESPERADA


Comprendo su sorpresa al verme después de tantos años, señor. Yo, con su permiso, también estoy un poco sorprendida porque no pensé que usted siguiera viviendo en esta casa después de lo que sucedió. Parece mentira, han pasado casi cuarenta años y es como si hubiera sido ayer, ¿no cree? Veo que ha hecho cambios, que ha quitado el papel de las paredes y ha sustituido varios muebles. Yo hubiera hecho lo mismo. En realidad, lo hice en mi casa cuando murió mi marido. La pinté de arriba abajo, cambié los muebles de sitio y me fui a dormir a otra habitación. En la de matrimonio había estado mi marido de cuerpo presente y, qué quiere que le diga, no podía. Usted no llegó a conocerle, claro, me casé después de dejar esta casa. Le ha quedado muy bonita, señor. Parece que tiene más luz, que es más alegre. Así resulta más fácil convivir con los recuerdos.

¿Ha arreglado la cocina también? Perdonará la curiosidad pero... cómo se lo diría yo, la cocina era el lugar de esta casa que era más mío. La cocina era mi sitio, usted comprende lo que quiero decir. No me diga que ha puesto una de esas modernas vitrocerámicas... Espero que el señor no haya olvidado mis patatas a la importancia, mi cordero al horno y mi arroz con leche. Ah, qué feliz fui entre esas paredes, preparando los platos favoritos de todos ustedes. Su señora madre, no me olvido, se volvía loca con el cardo en salsa de almendras. El señorito Andrés, en cambio, andaba siempre pidiéndome que le hiciera natillas. Pobre señorito Andrés... era apenas un niño, ¿verdad? Y pobre señora... Tan joven, tan hermosa... quién nos iba a decir, señor.

No, gracias, no me gustaba el alcohol y sigue sin gustarme pero... le aceptaría un café. ¿Quiere que lo prepare yo? Todavía me acuerdo de dónde se guardan el café y la cafetera. Qué buenos recuerdos me trae ese aroma... cuántas tardes la señora, que en paz descanse, se sentaba aquí, conmigo, y charlábamos de nuestras cosas... Ella me contaba, ¿sabe?

Seguro que el señor se pregunta el motivo de mi visita. Se lo diré con franqueza: no ha sido una casualidad. No ha sido que algún asunto me haya traído hasta aquí, tan lejos de donde yo vivo, y haya aprovechado para venir a verle. No. He venido a propósito, señor, porque tengo una importante noticia que darle, una muy importante noticia. El señor ha de saber que, desde hace dos días, el señor es viudo.

Sí, no me mire con esa cara. Ya comprendo que esté sorprendido pero... es la verdad: usted enviudó hace cuarenta y ocho horas.

Seguramente el señor se acuerda de un joven mecánico que contrató cuando se jubiló el viejo Pascual, ¿verdad? Pues bien, señor, aquel joven,  que se llamaba Jacinto, lo recuerdo bien, fue quien ayudó a la señora. Ella ya estaba muy cansada, señor, muy harta. De usted, de su señora madre... Jacinto fue quien le dio la idea del accidente y el que le explicó la mejor forma de hacerlo: el coche debía caer al pantano en la mitad del puente, justo donde el agua es más profunda, donde los cienos del fondo no dejarían encontrar los cadáveres. Era un conductor muy bueno, muy hábil, supo cómo hacer derrapar el coche para que las huellas en el asfalto no dejaran lugar a dudas.

Luego los tres se marcharon tan lejos como pudieron. No querían que nadie los encontrara ni que nadie pudiera reconocerlos. Vivieron muy felices todo este tiempo, eran una auténtica familia. Jacinto murió hace dos años y la señora... ya se lo he dicho: hace dos días.

¿Su hijo? Un hombre de bien que ha formado su propia familia. Ahora está triste porque en dos años ha perdido a sus padres (ha oído bien, he dicho sus padres. Porque su hijo siempre dijo que él no había tenido más padre que Jacinto) pero sabe que la vida es así. Es fuerte, como lo era él, y decidido, como la señora. No, no creo que quiera saber nada de usted porque... ¿sabe, señor?... la señora me contaba.

3 comentarios:

  1. Ah, qué bueno. Ágil y verosímil. No me pidas que le ponga pegas.

    Besos desde el campo helado.

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    Respuestas
    1. Vale, pues no le pongas. :-)
      Tus deseos son órdenes para mí.
      Besos, y perdón por el retraso.

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  2. No sé qué ha pasado, se ha "tragado" el comentario. Te decía que lo mismo se te da la serie blanca o la negra. Estoy de acuerdo con Manuela: Ágil y totalmente verosímil.
    Besitos

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