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lunes, 4 de noviembre de 2013

VIEJAS GLORIAS

El 17 de mayo de 2009 moría, y nos dejaba un poco más huérfanos, Mario Benedetti. Cuando en el Tintero se propuso el tema "Viejas glorias", mi musa se acordó de él y de otros a los que amamos (en pasado y en presente) y le precedieron.







ESTAMOS EN LA GLORIA 


—¿Estás seguro, Julio? —preguntó el anciano de pelo canoso y ralo y mirada perdida.
—Tanto como seguro, maestro —dudó el hombre alto de mirada verde que tenía dificultad para pronunciar la erre—… Usted sabe tan bien como yo que acá es difícil enterarse de las cosas pero…
—Pues hay que asegurarse, compadre —empezó a decir el caballero obeso, pero no pudo seguir porque le dio un ataque de tos que le obligó a sacar un pequeño nebulizador del bolsillo y hacer una profunda inhalación.
—Tenés que cuidarte esos bronquios, Lezama —dijo el anciano. Le llamaban por su apellido, como a Donoso, el otro José del grupo, para no confundirlos—, esa tos sonó fatal…
—Ya lo hago, Jorge Luis, pero esta mala bicha del asma siempre me gana la mano.

El hombre alto de mirada verde se quedó quieto, ligeramente inclinado hacia adelante, esperando que alguno de sus dos interlocutores dijera algo que le permitiera entrar en acción.

—¿Avisaste a los demás? —quiso saber el anciano llamado Jorge Luis.
—No, maestro, vine derecho a contárselo a ustedes.
—Ah, bien… es prudente por tu parte… sobre todo si consideramos que no hay nada confirmado…
—Yo creo, Jorge Luis —dijo Lezama al tiempo que guardaba el inhalador—, que es muy probable que Julio entendiera bien, fíjate que hay rumores desde la semana pasada…
—Está bien, está bien —concedió el anciano de mirada perdida—, se lo diremos a los demás. ¿Alguien sabe dónde está Rómulo? Es a él a quien tendrías que estar contándole esto.
—Pensé que estaría con ustedes —dijo Julio.
—Estará en el cuarto de jugar, con ese trenecito eléctrico que le regalaron —sugirió Lezama.
—Contale a él antes que a nadie, Julio.
—De acuerdo, maestro.

El hombre alto que no podía pronunciar la erre salió de la biblioteca y, a grandes zancadas, recorrió el amplio pasillo hacia la puerta del fondo. Abrió con toda la energía de sus noventa kilos y dio un rápido vistazo a la estancia.

—Hay noticias, don Rómulo —anunció mirando fijamente al hombre que jugaba con el tren eléctrico.

Don Rómulo pulsó el interruptor y el tren se detuvo a la entrada del túnel. Se levantó pesadamente.

—¿Quién, Julio?


En el salón, los restantes miembros del Club de Viejas Glorias del Boom Hispanoamericano se entretenían en diversas actividades. Alejo, como siempre, escuchaba música con los ojos cerrados, hundido en un sillón de orejas; Guillermo hojeaba, por enésima vez, un álbum de viejas fotos de La Habana; Juan Carlos leía los poemas que, semanas atrás, le había llevado Idea Vilariño quien, a su vez, le miraba con arrobo; Adolfo se atusaba las cejas rebeldes, concentrado en la lectura de un libro en alemán; Manuel, haciendo honor a sus orígenes aristocráticos, tomaba el té en una taza de fina porcelana inglesa; Donoso, con un vaso de whisky en la mano, recordaba a los frailes dominicos de Valladolid que le habían invitado a dar una conferencia sobre su obra en el Instituto de Filosofía; Augusto, con ojos curiosos, estudiaba una antología de poesía guaraní y, por el rabillo del ojo, espiaba a Octavio que escribía, seguramente, un poema de amor. Sentado al piano, Miguel Ángel repasaba una partitura de Emulo Lipolidón.
Todos ellos volvieron la cabeza casi al mismo tiempo, hacia la puerta por la que entraban Julio, Lezama y el viejo don Rómulo sirviendo de cayado a Jorge.

—Compañeros —anunció don Rómulo con voz emocionada—: hay noticias.

Poco tiempo después, sobre la puerta de oscura madera que daba entrada al Club de las Viejas Glorias del Boom Hispanoamericano, colgaba una enorme pancarta de tejido blanco en la que, en grandes letras rojas, podía leerse:


¡BIENVENIDO, MARIO! 

7 comentarios:

  1. Yo, de mayor, quiero formar parte de un club así. Qué bien ambientado, paisana.
    Besos!

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    1. El Club de las Viejas Glorias del Tintero Virtual, paisano.
      :-P
      Un abrazo.

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  2. ¡Qué homenaje más precioso! Julio no merecía menos y qué decirte, Mario estará siempre con nosotros y allí veo que se va a sentir a gusto.

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    1. Eso es exactamente lo que es, Irene, un homenaje a todos ellos, para agradecerles todo lo que me dieron con sus libros.
      Un abrazo enorme, Reina.

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  3. Respuestas
    1. Gracias, Manuela. Me encantó escribirlo y creo que se nota.
      Besos también para ti.

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  4. Una vez más, has logrado introducirnos en tan selecto club, sin casi percibirlo.
    Un abrazo

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