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domingo, 25 de agosto de 2013

TERAPIA

Este relato es relativamente reciente pero ayer estuvimos hablando de organizar una merienda a base de helados, horchata, gazpacho, melón y otras cosas fresquitas y, claro, me acordé de él. 








LABERINTO

Tengo que llamar al doctor Sugrañes y decirle que necesito ir a verle mañana mismo. Tal como estoy, no resisto hasta el jueves de la semana que viene, vamos, ni pensarlo, en cuanto vuelva a pensar en lo que ha pasado me da otra vez el  ataque y me falta el aire y me pongo malísima y me mareo toda y se me duermen las manos.

Y, aunque no me guste decir “Se lo dije”,  porque parece que me cargo de razón, le tendré que decir “Se lo dije, doctor, le dije que aún era pronto”.

Pero, claro, como él es el médico y ha estudiado en París y en Leipzig y tiene las paredes de la consulta llenas de diplomas y de títulos… pues no tuve más remedio que decir que lo intentaría, porque quién soy yo para discutirle a una eminencia laureadísima.

“Que sí, Amparo, que tienes que empezar a salir. Ve poco a poco, pero empieza ya. Primero un paseo cortito, hasta la esquina, y luego, cada día un poco más hasta que te recuperes del todo”.

Yo intenté explicarle otra vez que no me siento segura, que necesito moverme en un lugar que conozca al dedillo, donde sepa que está cada cosa. Aquí el librero de la abuela, con sus tres figuritas de Lladró y el portarretratos con la foto de Sebastián con uniforme de gala; cuatro pasos más allá, el recodo del pasillo y a la derecha la puerta del salón, cinco pasos hasta el sofá y sortear la mesita del teléfono con cuidado de no darle un golpe a la lámpara de pie, los cojines pegados al respaldo y el mando de la tele en la esquina izquierda de la mesita baja, al lado del Hola. Y así todo. Y que si no es así me descentro y me da la ansiedad y me empieza a entrar el miedo a caerme de espaldas y de ahí al ataque de pánico hay un paso.

Pero no le convencí y, aunque no las tenía todas conmigo, decidí hacerle caso, por si por una vez fuera a tener razón. Más que nada para que luego no dijera que si no sigo sus recomendaciones no me voy a curar nunca. Me puse una tarea sencillita y me lancé a la calle.

Juro que yo iba con la mejor predisposición, de verdad, dispuesta a superar la prueba, incluso contenta si no tenía más remedio que darle la razón al doctor Sugrañes. Pero no pudo ser.

Ya desde el principio tuve la sensación de que las cosas iban mal cuando vi que la puerta de cristal, una de esas tan listas que se abren y se cierran con solo mirarlas, no estaba donde había estado siempre. La habían cambiado de sitio y, en lugar de seguir de frente, tuve que torcer a la izquierda. Eso me despistó mucho porque entonces ya no supe si el pasillo que yo buscaba era el segundo o el tercero. Seguí por el tercero pero, para mi desconcierto, terminaba en una bifurcación. Elegí la derecha pero allí no estaba lo que buscaba y además acababa en un espacio amplio en el que hacía mucho frío. Me pareció ver a lo lejos una estantería que me era familiar pero cuando llegué no era la estantería que yo pensaba y entonces torcí a la izquierda por otro pasillo que me llevó a otro espacio tan abierto que casi producía agorafobia, pero al fondo me pareció ver… y fui para allá pero tampoco y giré a la izquierda y llegué al pasillo más ancho pero no vi lo que estaba buscando y decidí regresar al punto de partida pero cuando me di la vuelta no supe distinguir por qué camino había llegado y entonces me entró de golpe toda la angustia y me empezó la opresión en el pecho y el ahogo y los calambres en la piernas y ya no pude más y me puse a gritar pidiendo que me sacaran de allí.

Así que le diré al doctor Sugrañes que lo he intentado pero yo tenía razón, que es demasiado pronto para que yo vuelva a la calle; que bajé a Mercadona y no fui capaz de encontrar la sal.


10 comentarios:

  1. Y lo ponía en duda..., ¡Ja,ja,já!
    Oye, te digo lo que a mi hija mayor, si haces publicidad que te la paguen. ¡Por dió! Ella que si los yogures de.., que si la bici de.., al que se la haces, que la pague. Hasta que me dijo: Mamá es que de esa forma entro en un concurso de un viaje a... Desde que le tocaron dos o tres cosas en distintos concursos. ¡Ale, allá que va!
    Oye la merienda riquísima.
    Besitos.

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    1. Tendré que hablar con los responsables de Mercadona a ver si me patrocinan...
      :-)
      Gracias por leer y por comentar, Rosa.
      Cuando organice otra merienda te aviso. Mira, podríamos organizarla en tu casa, a las cuatro de la mañana y con la música bien alta (los greatest hits de "el Fary", por ejemplo), para entretener a esos vecinos tuyos tan simpáticos.
      Un abrazo.

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  2. Si es que igual hubiera sido mejor probar con algo más pequeñín como la frutería de la esquina :D

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    1. Mucho mejor, sin duda, empezar por lo fácil.
      Pero se ve que Amparo, en el fondo, tiene espíritu aventurero.
      Un beso, brujilla.

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  3. Y eso que en el Mercadona no suelen cambiar las cosas de sitio. Conozco sitios aterradores, digamos Hipercor, donde sucede algo tan escalofriante como que el membrillo que tanto me gusta de Santa Teresa, no para quieto dos veces en el mismo sitio. Más de una vez me he encontrado en bucle dando vueltas de la charcutería al lineal de los quesos ..... y así hasta que al final he tenido que preguntar al dependiente, que me jura una y otra vez que siempre está en el mismo sitio. Si seré yo?? (aquí un smilie de esos a los que les dan vueltas los ojos)

    Un saludo.

    P.D.: Me estoy enganchando a este blog, especialmente a la serie negra! Gracias porque me está resultando muy divertido!

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    1. También las cambia, también. Quizás no tanto como otros supermercados pero las cambia.
      En todo caso, encontrar la sal en cualquiera de ellos es misión casi imposible.
      Un abrazo, Paloma, gracias por estar aquí.

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  4. Que me he encantado formar parte de esta merienda. Que cuando quieras repetimos ;-)
    Besote.

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  5. Es genial. Me gustó muchísimo en su momento y ahora, más.

    Beso, reina.

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  6. ¡Fefa! Tuyo tenía que ser, tuyo es, tuyísimo se te nota todo, tuyísimo y deliciosísimo, maja. Más maja, más lista impósibol. Besazo y no sueltes el bic.

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  7. Rectificar es de sabios, tengo que decirte que los vecinos son de lo más majo, ella pendiente de si me encuentro bien. Puedes verla (adivinarla) en el anuncio de Royal.
    Cuando celebran, bajan la voz.
    Besitos.

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