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lunes, 11 de febrero de 2013

TRABAJO NOCTURNO

Hay personas que realizan trabajos poco corrientes como quien se dedica a maquillar manzanas para que luzcan espectaculares en el expositor de la frutería o a oler axilas en las que se prueba la eficacia de un desodorante. Como dijo el filósofo, hay gente pa tó.





GUARDIÁN DE ESTRELLAS


Si alguien piensa que el mío es un trabajo cómodo y tranquilo, un trabajo de esos a los que solo tienen acceso los enchufados del mandamás, está muy equivocado. Como siempre, las apariencias engañan.

En el caso de las estrellas, las apariencias engañan tan bien que los antiguos las llamaban “estrellas fijas”.

¡Fijas! ¡Válgame la Osa Mayor! Si alguien supiera cómo se mueven… y a qué velocidad lo hacen… Esa misma velocidad que, de tan rápida, puede engañar al ojo humano, porque no está preparado para percibirla, del mismo modo que no percibe la sucesión de imágenes en eso que llaman “películas”.
Fijas… Qué tontería.

Heredé el puesto de mi padre y él de mi abuelo y mi abuelo de mi bisabuelo y así podríamos remontarnos casi infinitamente al pasado, a aquellos tiempos tan remotos que ya nadie recuerda porque nadie conoce la fecha, el momento exacto en que el Gran Jefe decidió poner orden y concierto en lo que era un caos absoluto, un ir y venir constante de acá para allá de todas las cosas existentes, con el peligro de colisión que ello conlleva. Dicen que el Gran Jefe se dio cuenta del trastorno que le supondría otro Big Bang y decidió crear el puesto de Guardián de Estrellas.

Las estrellas nunca han sido fijas, nunca han estado detenidas en un punto del espacio. No me refiero al movimiento cósmico que les corresponde como objetos del Universo en expansión, no, porque ese movimiento es inherente a ellas y a todos los cuerpos celestes. Me refiero a su modo de ser. Las estrellas son de natural inquieto y movedizo. Y, aunque no lo parezca, emplean casi toda su energía en comunicar a los humanos. Esto se hace difícil de entender en la llamada Era de las Comunicaciones pero, créanme, ni los teléfonos móviles ni las videoconferencias ni los chats instantáneos han conseguido acabar con los mensajes de las estrellas.
Porque es a eso a lo que se dedican: a llevar mensajes y recados y recuerdos de un lado a otro de la Tierra.

La mejor de todas es Sirio. Como es la más brillante, es la más mirada y admirada y la que recibe más encargos, pero no se lo tiene nada creído y eso que los egipcios sienten por ella auténtica devoción. Ella es sencilla y servicial y jamás rechaza una petición. Anoche mismo, sin ir más lejos, estuvo horas llevando miradas de una mujer a su marido que estaba a miles de kilómetros. Ella le había dicho: “Cuando mires a la estrella te estaré mirando”, o algo así, no lo entendí bien, y, claro, le tocó llevar miradas de San Francisco a Kabul durante toda la noche.

O Vega, que no es de las más brillantes pero sí de las más inquietas. Hace unos días murió una anciana kurda. Antes de morir, le dijo a su nieto “Mira al cielo por la noche. Te cantaré tu nana desde la estrella más grande de la Lira”. Y, desde entonces, en cuanto el niño se asoma a la terraza, Vega le lleva su nana para que duerma tranquilo.

Con todo, los que más trabajo dan son los enamorados. Porque los enamorados son mucho de “te mando besos con las estrellas”, “las estrellas te llevarán mis abrazos” y cosas parecidas y eso supone una tarea casi infinita. Todavía recuerdo con horror aquella jornada en la que Rigel y Betelgeuse, por culpa de una pareja italiana, se quedaron dormidas de puro agotamiento en una esquina del Centauro y yo no las encontraba por ninguna parte. Casi me muero del susto. Conseguí restituirlas a sus puestos en Orión un segundo antes de que amaneciera.

Mi trabajo, como se ve, empieza al anochecer y termina justo antes del alba. Antes de que la luz del Sol las borre a los ojos de los hombres, todas las estrellas han de estar en sus puestos para descansar y reponer fuerzas.

Y yo, en cuanto las tengo a todas colocadas en el lugar que les corresponde, también me retiro a descansar.
Casi siempre a la constelación del Dragón, que me gusta acurrucarme en la nebulosa del Ojo de Gato.




14 comentarios:

  1. Fefa, ¡tú eres la estrella con más luz de todas! ¡Qué historia tan imaginativa y bien escrita! Mi hija está estudiando Astrofísica y, en cuanto llegue, le diré que lea este precioso relato. Le va a encantar. Un abrazo muy fuerte desde mis montañas de Anaga.

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    1. ¡Astrofísica, qué envidia!
      Entonce este relato tendría que haberlo escrito ella, Carmen, que sabe mucho de estrellas.
      Un abrazo muy grande desde la fría estepa, cariño, y mil gracias por leer.

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  2. Sí señor, tú sí que vales. Me ha encantado... Felisitasiones.

    Un beso desde mi estepa, más fría que la tuya.

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    1. Gracias, Manuela.
      Más fría que la mía, más fría que la mía... anda que no presumes por un par de grados...
      :-)
      Un abrazo muy grande.

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  3. ¡¡Qué preciosidad!! Así que son de natural inquieto y movedizo -como algunas otras algo más cercanas- y se dedican a las comunicaciones más elevadas...
    Eres toda una estrella, querida Vichoff.

    Mil besos estrellados.

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    1. No, soy más bien un planeta que recibe luz de las estrellas cercanas: todos vosotros.
      Un abrazo enorme, hermana.

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  4. Qué encanto de relato. De todos los que llevo leídos el que más dentro me ha tocado. Será por eso de que por las noches, soy un Guardián también. Me acurrucaré en el Dragón por la mañana.
    Gracias!

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    1. ¿En la nebulosa del Ojo de Gato?
      :-)
      Gracias por leer, Pedro, y por comentar.
      Me encanta acompañarte en tu guardia.
      Un abrazo.

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  5. Pues sí, que también tendrás trabajo conmigo, porque desde que salí de casa a los 22 quedamos con mi papá en encontrarnos en las Tres Marías. Él ya partió de este plano pero siempre que las miro, la del medio me titila... y sé que desde ahí me saluda!!! A veces, como ahora, no llego a verla muy clara porque alguna lágrima traviesa me nubla la mirada...
    Gracias, muy lindo tu relato...!!! Un abrazo estelar!

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    1. Gracias, Beatriz, me encanta haber sabido explicar lo que tienes con tu papá. Seguro que la del medio de las Tres Marías le da mucho trabajo al guardián porque está toda la noche enviándote cariños de su parte.

      Un abrazo y gracias otra vez por leer y por comentar.

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  6. ¡Oh,O,oho! sin palabras, sólo que este Ojo de gato tiene una visión espectacular inenarrable, tener una estrella que brilla con luz propia es uno de los regalos más maravillosos. Felicidades guardiana aristoliana.

    Besos y abrazos con lunares lunados.

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    1. Gracias a ti, doctora Rosmar.
      Tal vez deberías fichar a este guardián para el equipo de la NASAL, parece muy eficaz.
      Un abrazo enorme.

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  7. Respuestas
    1. Gracias, Marisol, por leer y por comentar. A mí me encanta ver que estos relatos, como botellas con mensaje lanzadas al mar, llegan a playas que no conozco.
      Espero que sigas leyendo y que las cosas de mi caja te sigan gustando.
      Un abrazo.

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