Translate

sábado, 16 de febrero de 2013

EL SÍNDROME SERENDIPITY

Mi agradecimiento a Nucky, a Karam, a Ofe y a Esther por su ayuda impagable y decisiva a la hora de definir el síndrome.




DE PURA CHIRIPA

El síndrome “Serendipity” fue descrito a principios del siglo XXI por el eminente neurólogo y psiquiatra Klaus Habermeier a raíz de una serie de estudios llevados a cabo en colaboración con la empresa “Uatduyuuatch”, dedicada en aquel entonces a elaborar índices de audiencia para varias cadenas de televisión europeas, y con los laboratorios “Happymind”, especialistas en fármacos antidepresivos.
Después de varios años de ejercer la psiquiatría en su consulta, Habermeier observó que había días en los que los pacientes (habría que decir “las” pacientes, pues una mayoría significativa pertenecía al sexo femenino) que acudían a ella presentaban todos o gran parte de una serie de síntomas: tristeza, melancolía, desgana, desinterés, hastío, abatimiento, fatiga, malestar general, lacrimeo, rinorrea, falta de apetito, somnolencia y ansiedad.
Habermeier dio por supuesto que semejante coincidencia no podía ser fruto del azar y se propuso investigar las posibles causas del fenómeno. Durante una década intentó relacionar los síntomas de sus pacientes con diferentes factores tales como las bajas presiones atmosféricas, la elevación del IPC, los niveles de ozono, el porcentaje de fibras artificiales utilizado en la fabricación de ropa interior, la ingesta de mejillones y la pertenencia como socio a determinados clubs de fútbol. Pero no logró reunir evidencias suficientes a favor de ninguno de ellos. Desanimado, estaba a punto de abandonar la investigación cuando su esposa, sin pretenderlo, le hizo ver la solución. Una mañana, a la hora del desayuno, la esposa de Habermeier apareció en la cocina, lacrimosa y sonándose la nariz. “¿Qué te ocurre?”, preguntó el científico. A lo que su esposa le respondió que se encontraba abatida, que no tenía ganas de nada (ni siquiera de desayunar), que estaba cansadísima y que sentía una profunda tristeza cuya causa no podía explicarse. Habermeier reconoció entonces en su esposa los mismos síntomas que presentaban sus pacientes e inició un exhaustivo interrogatorio acerca de las actividades que había realizado el día anterior. “Y por la noche”, concluyó la esposa, “en el canal Ecos del pasado pusieron Serendipity”.
Habermeier dio un salto de alegría, gritó “¡Eureka!”, le dio a su esposa la tarjeta de crédito Platino y el permiso para que comprara lo que le viniera en gana, salió corriendo hacia su consulta y, aquella misma mañana, inició la redacción de lo que sería conocido en los ámbitos científicos como “El informe Serendipity”. “No deja de tener su gracia”, escribiría en sus memorias, “que fuera, precisamente, una serendipia lo que me puso en el camino correcto. Menuda chiripa”.
El estudio minucioso de la programación de los distintos canales de televisión y de los índices de audiencia así como el análisis de los datos recogidos en su consulta y en otras muchas que se adhirieron al trabajo de campo permitieron a Habermeier lanzar, al poco tiempo, sus conclusiones definitivas y aportar al mundo de la psiquiatría clínica la descripción del síndrome y de sus causas. Éstas podían resumirse en una sola: el síndrome aparecía en sujetos preferentemente del sexo femenino tras el visionado de aquellas películas que o bien trataban de amores imposibles y/o frustrados (el paradigma sería “Casablanca”) o bien de amores problemáticos con resolución feliz (el paradigma sería “Serendipity”)
Como consecuencia del trabajo de Habermeier, la empresa farmaceútica “Happymind” desarrolló un revolucionario antidepresivo que, administrado tres horas antes del visionado del film, atajaba la aparición de los síntomas o disminuía considerablemente su intensidad de modo que los pacientes dejaban de plantearse el interrogante que (se había comprobado) desencadenaba el proceso: “¿Por qué no me pasan a mí esas cosas?”
Habermeier recibió diversos galardones por su hallazgo y en el año 2058 fue presentada su candidatura al premio Nobel de Medicina que le fue concedido en 2060 por su decisiva contribución a la mejora de la salud mental.

6 comentarios:

  1. Mari, se te ha olvidado, en la sección "agradecimientos", mención especial a la Rosario Acosta, alias Hartemisa, que era mucho de serendipitisismos.
    ¡Qué bueno!

    ResponderEliminar
  2. A mi me encantó la película ( uno tiene sus debilidades...) pero esta entrada es para descorchar champán, Vi. Qué bárbaro, qué buena eres. Esto no es casualidad. Es causalidad :-)

    ResponderEliminar
  3. Una vez demostrado que no soy un robot gracias a mi poder visual y teclista...añadir que me gustan los relatos que parecen ensayos y los ensayos que parecen relatos. Ya sabes...esa manía mía - y ahora veo que tuya también, al menos aquí - de mezclar todo. Y es que lo que no se mezcla termina por saber a poco. No es el caso de tu narrativa. Que es de lo mejor que se escribe por estos...y otros lares.

    ResponderEliminar
  4. Me encanta, Vichoff, solo falta un detalle. Ya sé que quizás no quieras hacer publicidad, pero necesito el nombre del antidepresivo ese, porque a mí tampoco me pasan esas cosas. ¿Por qué será?

    Si la imaginación llegara al poder, tu serías la presidenta :-)

    Besos y abrazos.

    ResponderEliminar
  5. Qué buen trabajo el tuyo, Vichoff, a la altura del realizado por el Dr. Habermeier con sus investigaciones.
    Como Mari Carmen, quiero esos fármacos :))

    Un besazo.

    ResponderEliminar
  6. Sólo una investigadora espía de la empresa "Uatduyuuatch”, podía conocer los resultados del síndrome de Serendipity, ¿estás segura de que fue el Dr. Habermeier?
    ¿No sería la doctora Vichyta? Anda, no seas modesta, a ella le pasan esas cosas.
    Un beso enorme.

    ResponderEliminar