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viernes, 11 de septiembre de 2015

"JULIA", UNA RECOMENDACIÓN

Lo reconozco, estoy vaga de solemnidad. Podría decir en mi descargo que hay un nuevo miembro en la familia que absorbe parte de mi tiempo pero reconozco que como excusa es más bien pobre. También podría echarle la culpa de mi inactividad a la golfa de mi musa, tan amiga de escabullirse en cuanto tiene ocasión, pero este pretexto es más pobre aún, si cabe, que el anterior, porque todo el mundo sabe que cuando llegue la inspiración te tiene que encontrar trabajando. Y yo hace mucho que no me pongo a la tarea. De modo que, ya que no hay justificación para mi indolencia, haré al menos un poco de publicidad del libro de una amiga. Lo escribió hace muchos años y lo tenía guardado en un cajón pero, al parecer, le ha dado un pronto y lo ha puesto en Amazon.




Creo que la portada no necesita explicación. En efecto, se trata de una novela erótica. Aunque, en mi opinión, no demasiado erótica, la mayor parte del texto está empleada en desarrollar una historia romántica. Así que, si os gustan este tipo de relatos, os la recomiendo, porque es amena y, efectos secundarios aparte, se lee de un tirón.

Y como el principio lo podéis leer en Amazon, os pongo un fragmento del capítulo 22.


Se levantaron y lo siguieron, a través de dos salones, hasta una puerta de madera tallada. La golpeó con los nudillos y, sin esperar respuesta, la abrió y se hizo a un lado para dejarlos pasar. César le cedió el paso a Julia, de modo que fue ella la primera en ver a la mujer alta, fuerte, vestida con una larga túnica de seda verde, enjoyada con largos pendientes y varios collares, sentada en un gran sofá tapizado de damasco. En cuanto los vio se puso en pie y caminó hacia ellos. Abrazó cariñosamente a César y lo besó en las mejillas.
—¡Querido! —exclamó— ¡cuánto tiempo sin venir a verme!
—He estado ocupado —dijo César sonriendo.
—Ya veo —contestó la mujer mirando a Julia de arriba abajo—... y lo comprendo. Cualquier cosa es mejor que visitar a una vieja aburrida.
—No empieces, Lola —dijo César—, todavía no eres vieja y nunca has sido ni serás aburrida.
—Ya lo sé —dijo la mujer haciendo un gesto coqueto—, pero me encanta que me lo digas —Se volvió hacia Julia—. Bueno... preséntanos...
César las presentó. Doña Lola besó a Julia en las mejillas, la cogió de la mano y la condujo hacia el sofá. Le hizo un gesto para que no se sentara, se alejó de ella unos pasos y volvió a mirarla detenidamente. César se había sentado en un sillón cercano y miraba a la mujer como quien espera un veredicto.
—Es realmente adorable —dijo doña Lola con un suspiro— ¿Dónde la has encontrado?
—Es un regalo de mi hada madrina —contestó César.
Copión, pensó Julia. La frase era de Luis, la había dicho, precisamente, cuando César le preguntó de dónde había sacado a Julia. Doña Lola se sentó en un sillón y soltó una carcajada. Con un movimiento de la mano le indicó que se sentara.
—No sé si tienes hada madrina, querido —dijo—, pero, si la tuvieras, estoy segura de que no malgastaría sus poderes haciendo un regalo como este a un chico malo como tú.
—No lo estropees, Lola —dijo César—. Llevo semanas intentando convencerla de que soy una persona de fiar.
Doña Lola volvió a reír. Se puso en pie y se dirigió hacia un carro de bebidas que estaba al otro extremo de la habitación. Al pasar junto a su lado le rozó la mejilla con los dedos.
—Ella sabe que estoy bromeando, ¿verdad, querida? Ya se ha dado cuenta de que te quiero y de que finjo estar enfadada contigo porque no te perdono que no hayas venido antes a verme y a traerme noticias de los amigos. ¿Whisky?
Empezó a preparar los vasos sin esperar contestación. Julia la observó por detrás. Calculó que tendría unos cincuenta años, quizá alguno más, y  tenía que haber sido una mujer muy guapa. Todavía tenía la piel fina y suave y unos brillantes ojos verdes. El pelo, negro y peinado hacia atrás, conservaba brillo y fuerza. Le dio un vaso a César y cogió otros dos del carro. Le alargó uno a Julia y fue a sentarse al sillón que se encontraba frente a César. Julia se quedó mirando el vaso y pensó que no debía beber. Aún se notaba ligeramente mareada después del viaje y se daba cuenta de que no podía pensar con claridad, como cuando tomaba Valium. De hecho, la situación era, cuanto menos, bastante extraña y, sin embargo, se encontraba como si empezar las vacaciones haciendo una visita a aquella extraña mujer fuera la cosa más normal del mundo. Realmente, el champán le había sentado muy mal.
Doña Lola se recostó en el sillón y levantó su vaso.
—Por vosotros —dijo.
Julia levantó también el suyo y dio un pequeño sorbo de whisky. Estaba muy bueno pero no debía beber más.
—Y bien, César —dijo doña Lola después de una pequeña pausa—... el otro día no terminamos de  hablar de lo que nos interesa. ¿Quieres explicarme ahora qué es, exactamente, lo que necesitas?



Y aquí podéis echar un vistazo y descargarlo.

http://www.amazon.es/Julia-Victoria-Broch-ebook/dp/B012PQGFQY


3 comentarios:

  1. ¡Uff! Lo que me estoy perdiendo, qué exquisita puesta en escena. Me recuerda a otra estupenda escritora, pero, ahora no recuerdo el nombre.
    Muchos, muchos besitos para ti, Fefa y para el miembro chiquitín de la familia, que ya no será tan peque.

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    Respuestas
    1. A mí también me recuerda a alguien, Rosa preciosa, igual estamos pensando en la misma persona.
      El peque cumple un año el día 3 del mes que viene. Está grande, guapo, y es tan inquieto que tiene molidos a padres, abuelos, tíos y demás familia. Pero me tiene loquita.
      Un abrazo enorme, cariño.

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  2. ¡Uff! Lo que me estoy perdiendo, qué exquisita puesta en escena. Me recuerda a otra estupenda escritora, pero, ahora no recuerdo el nombre.
    Muchos, muchos besitos para ti, Fefa y para el miembro chiquitín de la familia, que ya no será tan peque.

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