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viernes, 17 de mayo de 2013

UN LIBRO




En este libro encontré lo que busco (lo que buscamos todos los infectados por el virus L) desde que leí Tom Sawyer: esa narración que te atrapa, te lleva a su mundo y te fascina de tal manera que no quieres salir de ella.
Me asombró ver cuánto sabía la autora acerca de su personaje y me pregunté cuál podría ser la causa. Como suele sucederme, encontré la respuesta unos años más tarde.







MARGARITA


Dicen de él que es lo mejor que le ha ocurrido a Roma en mucho tiempo, a pesar de que el inicio de su mandato está oscurecido por la sombra de la ejecución de los cuatro excónsules. Él siempre dijo que no tuvo nada que ver con aquel vergonzoso episodio, que el causante fue Acilio Atiano, el que fuera su tutor, pero lo cierto es que ya no hay forma de averiguar lo que sucedió realmente, como ocurre con otras muchas cosas en esta ciudad y en este Imperio.
Yo lo único que sé es que llegué a su casa un día de calor asfixiante, de la mano de la doncella de Vibia Sabina. Me contaron que Vibia había acudido a visitar a su anciano padre, impedido desde hacía varios años, y que me encontró tendida en el suelo cerca de la puerta, desfallecida y febril. Me contaron que me dio agua y comida y que, al no reclamarme nadie, decidió llevarme consigo. De lo que hubiera sido mi vida antes de ese día no recuerdo nada.
A él le conocí varios meses después, cuando, tras haber sido adiestrada en el servicio, me encomendaron ocuparme de sus baños. No llegué a oír sus pasos, apareció ante mí vestido solo con una túnica blanca con la que contrastaba su piel curtida por el sol. Era hermoso como los dioses griegos y a los griegos se asemejaba por la barba que casi ocultaba su rostro. Tanto me sobrecogió su presencia y tan alterado latió mi pulso que estuve a punto de derramar el aceite oloroso del ánfora que tenía en las manos. Conseguí sobreponerme y se la ofrecí con respeto inclinando de cabeza.
—¿Cómo te llamas? —preguntó con voz grave.
—Mi señora me llama Clodia, señor —dije con gran esfuerzo.
—¿Clodia? No me parece un nombre apropiado para alguien que tiene ojos de mar y piel de nácar —dijo levantándome el rostro con la mano y mirándome fijamente—. Llamarte “perla” sería más ajustado. A partir de ahora te llamarás Margarita, que significa “perla” en griego.
Así me llamaron a partir de entonces, así me llamé a mí misma durante muchos años, recordando el brillo de su mirada sobre mí, el tono de su voz la primera vez que pronunció mi nombre.

A pesar de saber que mi señor no la apreciaba, nunca cometí la insensatez de intentar competir con mi señora, Vibia Sabina. Me conformé con ser la sirvienta más fiel de Adriano, la más entregada; me conformé con amarle sin que él lo supiera. Ni siquiera la presencia de Antinoo pudo mermar la devoción que sentía por él.
Estuve a su lado todo lo que duró su vida, y también la mía pues puede decirse que, cuando murió, la parte más importante de mi alma murió con él, y durante todo este tiempo pude conocerle mejor que nadie. Mejor que sus parientes y sus cónsules, mejor que su esposa, mejor que Antinoo.
—Ellos no saben nada sobre mí —me dijo unos días antes de morir, cuando yo intentaba aliviar la tensión de su vientre hinchado con friegas de salvia — pero tú sí sabes, Margarita. Tendrás que contárselo.

Y para eso vivo desde entonces, para recordar todo lo que sé de él y guardarlo en mi memoria hasta que llegue el momento de contarlo.
Si no puedo hacerlo en esta vida, lo haré en otra.

6 comentarios:

  1. Me ha gustado más tu relato que el libro del que habla (no me fascinó tanto como a ti). Bien pudo suceder de la manera en que lo cuentas. Al final lo contó en otra vida, muchos siglos después.

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    1. Sageraíta que es ella... Que le gusta más mi relato, dice...
      Anda, ven que achuche, jamía.
      :-)
      Es lo que más me gusta de esto de escribir: buscar la explicación en las cosas que pudieron haber sido.
      Gracias, Alais, un beso.

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  2. Y lo hizo.

    Genial,como siempre.

    Un beso.

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    1. Tuvo que esperar su tiempo (unos dos mil años nada más) pero al final lo hizo.
      Gracias, reina de picas, un abrazo.

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  3. ¡Por dió! Con lo que me gusta la Marguerite Yourcenar y la verdá, de la güena, me resultaron ´bastante pesaditas sus "memorias", pero oye, esta "memoria" que me ha resultao preciosa y no es por dar coba. ¡Enhorabuena! otra vez.
    Y muchos besitos.

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    1. Gracias, Rosa preciosa.
      Ya ves, a mí me fascinó el libro desde la primera página. Es uno de mis "Tom Sawyer".
      Un abrazo enorme.

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