Va por ti, Javi, Ojáncano.
EN TRÁNSITO
El S.E. (Ser Etéreo) número 38 se incorporó a la cola detrás del que llevaba el dorsal 325. Sobre el mostrador en el que terminaba la fila, un cartel de extraña luminiscencia componía la palabra “Tierra” y, debajo de ella, un grupo de guarismos: “04 05 1961” . En paralelo, varias colas más terminaban en idénticos mostradores que mostraban letreros parecidos también con números y nombres como “Mu Arae”, “55 Cancri”, “Gliese 876” , “Gi 436”…
—Llegas un poco tarde, ¿no? —preguntó de pronto el S. E. 325, que se había girado y había visto con cierta sorpresa el número tan bajo que llevaba el dorsal del S.E. recién incorporado.
—Bueno —contestó éste—… en realidad, llegué a tiempo pero me enganchó San Miguel y me ha tenido más de una hora colocando cajas.
—Ah, las famosas cajas de San Miguel… Dicen que todo el mundo las ha colocado alguna vez pero nadie sabe lo que contienen.
—Sea lo que sea, te aseguro que pesan como una condena a Vagar Eternamente.
El S.E. 325 se estiró un poco para ver el final de la cola.
—Qué lentitud, por Dios —exclamó mostrando una cierta contrariedad—. Lo larga y aburrida que es esta espera y no lo recuerdo nunca.
—Afortunadamente—dijo el S.E. 38—. ¿Te imaginas lo que sería recordar todas estas colas, todas las Vidas Anteriores?
—¿A ti no te gustaría?
—Francamente, creo que no podría soportarlo. Incidentes, sufrimientos, desdichas, enfermedades, alegrías, arrebatos, sentimientos, amores… Multiplicados por diez, por veinte… No, no podría.
—Yo a veces he estado tentado de pedir el Recuerdo Eterno pero no me he decidido nunca. Quizás tengas razón y veinte vidas sean demasiada carga para una sola Memoria. Por no hablar de los trámites, que tengo entendido que duran como media Eternidad. Mejor empezar de nuevo cada vez, sí, sin recuerdos que pesen.
Los SS.EE. que los precedían avanzaron unos pasos y ellos se apresuraron a imitarlos.
—¿Sabes algo de la Tierra ? —preguntó el S.E. 38.
—Algo sé —contestó el S.E. 325 enigmáticamente.
—Vaya —se asombró su compañero—… Y… ¿quién te lo ha contado?... si es que puede saberse, claro.
—Pues un Liberado, claro está.
—¿Y qué te contó?
—Básicamente, que la Tierra puede ser como el Paraíso o como el Infierno indistintamente y que todo depende de dónde te toque.
—Pues estamos apañados. La verdad, empieza a cansarme un poco esta incertidumbre previa a cada reencarnación, ya tengo ganas de terminar el Ciclo.
—¿En serio? ¿En serio prefieres acabar de una vez a tener la oportunidad de vivir una vida distinta cada cierto tiempo? No sé qué decirte, 38, a mí se me antoja que la vida de Liberado tiene que ser aburridísima.
—Qué va. Imagínate que te toca trabajar en el equipo del Espíritu Rojo, todo el tiempo recorriendo el Universo en busca de Vida, o bien organizándola y repartiéndola por todo el orbe desde el Distribuidor Central… Ése tiene que ser un trabajo muy interesante, ¿no crees?
—No sé… Casi prefiero esto de una nueva Vida cada vez, la sorpresa de no saber qué me espera.
Mientras charlaban la cola había avanzado y, mucho antes de lo que esperaban, se encontraron junto al mostrador. El Liberado que lo atendía miró el número de sus dorsales, tecleó en el ordenador y esperó a que la impresora hiciera su trabajo. Luego les entregó sendos documentos.
—Aquí tenéis vuestra identificación y vuestro destino, conservadlos hasta el final del trayecto. La salida por la puerta del fondo. ¡Y suerte!
—Eso esperamos —murmuró el S. E. 38 mientras daba un rápido vistazo a su cartulina.
—¿Qué? —preguntó el S.E. 325 asomándose para mirar— ¿Qué pone?
—“George Cluny, Lexington, Kentucky, USA” ¿Y en el tuyo?
—“Javier Navarro, Santander, Cantabria, España”.
—Se acabó la incógnita, ya está decidido. Esperemos que nos vaya bien.
—Nos irá bien, estoy seguro.
Detrás de la puerta del fondo otro Liberado los esperaba para indicarles que debían separarse. El S.E 38 debía seguir por el pasillo señalado como "América" mientras el S.E. 325 continuaría por el de "Europa". Por un momento, S.E. 325 deseó volver a ver a su compañero de espera, deseó que "Santander, Cantabria" y "Lexington, Kentucky" fueran lugares cercanos en aquel extraño planeta llamado Tierra. Y pensó que, si hubiera tenido un cuerpo material, le habría dado un abrazo de despedida.
—Buena suerte, George.
—Buena suerte, Javier.
Por si alguien quiere saber de qué trata exactamente este relato, pego una noticia. La vi hace unos días y creo que es una buena explicación para lo que escribí hace unos años.
¿Existe la muerte? Una teoría científica asegura que no
El profesor estadounidense Robert Lanza explica, basándose en el 'biocentrismo', que la muerte existe sólo en nuestra conciencia
Es un interrogante que ha planeado siempre sobre las cabezas de filósofos, médicos, teólogos, pensadores e investigadores. ¿Existe vida después de la muerte? ¿Qué pasa con nosotros cuando el cuerpo ya no responde?
Ahora, un científico estadounidense afirma que la muerte "es una ilusión" y que las evidencias científicas sugieren que "la muerte no es el final".
En un artículo publicado en su sitio web y recogido en el diario británico The Independent, el profesor adjunto de la Escuela de Medicina de la Universidad Wake Forest de Carolina del Norte, Robert Lanza, cree haber hallado la respuesta en la Física Cuántica, más concretamente en la nueva teoría del biocentrismo, basada en que prácticamente todo lo que asumimos como un hecho, existe porque nosotros creemos que es así.
"Nuestra manera clásica de pensar está basada en la creencia de que el mundo tiene una existencia objetiva de observador independiente. Pero una larga lista de experimentos muestran justo lo contrario. Creemos en la muerte porque nos han enseñado que morimos. También, por supuesto, porque nos asociamos a nosotros mismos con un cuerpo y sabemos que los cuerpos mueren", señala Lanza en su artículo.
De este modo, el científico señala que conceptos como el universo, el espacio o el tiempo existen sólo en nuestra conciencia, como instrumentos construidos para la propia vida. "Todo lo que ves y experimentas en este momento -incluso tu cuerpo- es un remolino de información que ocurre en la mente", escribe.
Sostiene, por tanto, que si el espacio y el tiempo no existen, "la muerte no existe en un mundo intemporal y sin espacio". "La muerte no existe en ningún sentido real en estos escenarios", afirma Lanza.
¿Significa eso que vivimos eternamente? El profesor explica que la inmortalidad "no significa una existencia perpetua en el tiempo, sino que reside fuera del tiempo completo". Y explica así lo que podría quedar tras la muerte del cuerpo: "La vida es una aventura que trasciende nuestra manera lineal y ordinaria de pensar. Cuando morimos, no lo hacemos en el modo de una matriz aleatoria, sino según la matriz ineludible de la vida. La vida tiene una dimensión no lineal, es como un flor perenne que vuelve a florecer en el multiverso", concluye.
Yo, sin menospreciar a S.E. 38 -líbrome muy mucho de tal-, iría como las locas a darle un abrazo con mi S.E. Incógnito a S.E. 325, antes de que llegáramos a la encrucijada que indicaría flechas hacia el norte y el sur :)
ResponderEliminarQué buen relato, Vichoff.
Qué buen homenaje al amigo.
Un abrazo enorme de buena mañana tras noche borrascosa.
Qué te voy a contar a ti de los abrazos que da S.E. 325... De los mejores abrazos del mundo. Yo también (y mira que me gusta a mí S.E. 38) lo elegiría a él.
ResponderEliminarUn abrazo mú grande, madrugadora.
¡Por dióo! Aún no han atravesado los pasillos de América y Europa y ya os estáis repartiendo los besos, me parece una maldad que queráis cambiar sus nuevas vidas.
ResponderEliminarFantástico relato.
Besos y abrazos.
Eso es porque no conoces al S.E. 325, Rosa preciosa. Si lo conocieras, tú también pelearías por un abrazo suyo.
EliminarAunque no tenga comparación, te mando uno mío.