Un poquito de misterio. Justo el que cabe en ciento veinte palabras.
UN EXTRAÑO CASO
El abogado se puso en pie para recibir a
su visitante. Se saludaron con un apretón de manos y, con un gesto, el abogado indicó que podían sentarse en los
sillones que quedaban frente al ventanal que daba al jardín.
—Gracias por dedicarme tu tiempo,
Utterson.
—No tienes que darlas, amigo. ¿Puedo
ofrecerte una copa de brandy?
—Sí, gracias. Me ayudará a…
—¿A contarme eso tan terrible que me has
anunciado?
—Sí.
El abogado llenó dos copas, bebió de la
suya y el visitante le imitó.
—Y, bien… ¿de qué se trata?
—Utterson, amigo… necesito ayuda. Creo
que tengo doble personalidad.
El abogado no pudo contener una
carcajada.
—¡Por el amor de Dios! ¿Qué clase de
tontería es esa, Jekyll?
¡Ja,ja,já! Es que pones a trabajar a tus musas y lo haces a tope.
ResponderEliminarBesitos.
¿Musas? ¿En plural? Ojalá, Rosa preciosa, pero solo tengo una y está de un vago... Casi no viene a verme, ya te dije en otra parte que creo que está pensando cambiarme porun poeta simbolista.
EliminarBesos, muchos.
Y así le fue al pobre Jekyll, por culpa de haber recurrido a un picapleitos en lugar de a un buen psiquiatra. Muy bueno, como siempre.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Josep, un abrazo enorme.
EliminarOiga, que la leo siempre aunque no comente muchas veces.
ResponderEliminarYa veo que también borda usted los micros. Da gusto.
Besos,
Gracias, señora correctora.
EliminarPara mí es un honor que Vd. visite estas páginas y no huya aterrorizada.
:-)
Besos, guapísima.