Cuando se es fan de "Vaya semanita", ese programa genial de ETB, la televisión vasca, es inevitable caer en la tentación. Pero estoy segura de que Josu me perdona esta pequeña irreverencia. Está hecha con cariño y, además, seguro que Él también es del mismo centro de Bilbao.
HASTA EL DOMINGO
Abrió los ojos lentamente. Lo primero que notó fue la dureza de la
piedra en la espalda y los músculos entumecidos. Al parecer, había dormido un
buen rato y eso le alegró, pues significaba que se había ahorrado unas cuantas
horas de aburrimiento. Se estiró como un gato perezoso, apartó la sábana (qué
áspero le resultaba el tacto del lino) y se sentó al borde de la losa. Se
inclinó hacia delante y, a tientas, buscó una hendidura en la piedra.
Apenas tardó unos segundos en encontrar lo que buscaba. Era un objeto
negro, cuadrado, del tamaño de la palma de su mano. Levantó la tapa y una luz
azulada iluminó su rostro. Pulsó una tecla, se llevó el objeto a la oreja y
esperó.
—Hombre, Josu —dijo una voz—, ¿qué tal estás, cómo ha ido todo?
—Bien, Miguel, todo bien —contestó—. Oye, ¿está Aita por ahí?
—Andaba por aquí hace un rato, sí, ¿quieres hablar con él?
—Sí, pásamelo, por favor.
Se levantó y empezó a caminar alrededor de la estancia.
—¿Qué pasa, Josu? —preguntó alguien con voz grave y potente.
—Hola, Aita, ¿qué tal?
—Por aquí todo bien. ¿Y tú, cómo estás?
—Aburrido como un hongo, de eso quería hablar contigo.
—¿Aburrido? ¿Cómo que aburrido?
—Joder, Aita, aburrido, ¿no sabes lo que quiere decir “aburrido”? Que
aquí no hay tele ni consola ni txiquitos ni nada, ni siquiera una miserable
baraja para hacer un solitario. Que no tengo nada que hacer, hostias, que me
aburro.
—Ya, y… ¿qué quieres que haga? Tienes que quedarte ahí hasta el
domingo por la mañana.
—Pues eso, quiero que me des permiso para salir antes.
—¿Salir antes? ¿Tú estás loco, pues? ¿Te imaginas el pifostio que se
montaría?
—¿Pifostio? No veo por qué.
—Josu, no me jodas, ¿has hecho lo más difícil y ahora te vas a rajar
en lo más fácil?
—Es que este sitio me produce claustrofobia.
—Y a mí las tonterías me dan urticaria, leches. Salir antes, salir
antes… ¿Qué hago con los soldados que hacen guardia en la puerta, eh?
—Eso es fácil, mándales al ángel que tiene que dormirlos.
—No puedo, tengo a todos los ángeles de puente, el puente de Pésaj,
¿sabes? Y los que no están de puente tienen trabajo.
—Aita, porfa…
—¡Que no, coño! ¡Que te tienes que quedar ahí hasta el domingo! Imagina
que te despistas y te apareces a alguien. Se organiza un pollo que no veas y a
continuación vienen Isaías, Zacarías y todos los demás a pedir mi cabeza por
haberles jodido las profecías.
—Joder, Aita, eres la hostia…
—Ni hostia ni leches. Quieto ahí hasta que amanezca el domingo y
llegue María Magdalena. Y si te aburres cuenta ovejas. O juega al Candy Crush.
—Se me han acabado las vidas…
—Ahora te mando unas cuantas por Facebook.
Bajó la tapa y suspiró con resignación. No había nada que hacer. Se quedaría hasta el domingo,
hasta que María Magdalena estuviera a punto de llegar. Cuando Aita decía que no…
era que no. Siempre había tenido un carácter muy fuerte.
¡Ja,ja,já! Ha merecido la pena ponerme los palillos en las pestañas. Esta ba intrigadísima a ver a quién le tocaba esperar.
ResponderEliminarBesitos una vez más.
Ya ves, Rosa, el pobre Yosu, aburrido como un hongo tres días y su Aita que no daba el brazo a torcer.
EliminarQué bien que te rías con lo que escribo.
Un abrazo enorme.