¿Serie Negra? ¿Relato costumbrista? Ustedes dirán.
OLMO VIEJO
La verdad
es que nunca habíamos sospechado nada, cómo iba nadie a figurarse una cosa así.
Quiero decir que Amador fue toda la vida lo que se dice un hombre honrado y
trabajador, que siempre se portó bien con su mujer y sacó adelante a sus hijos
a fuerza de horas en la mina, pero siempre decía que era por ellos, para que
pudieran estudiar y tuvieran un futuro mejor, lejos del pueblo y del maldito
carbón, que envenena el cerebro y agujerea los pulmones.
Cuando
murió la Carmina
aguantó a duras penas, pero los niños aún eran pequeños y a él se le notaba que
se comía la pena y tiraba para adelante con ese coraje que ya quisieran muchos
que se las dan de valientes. No quiso volver a casarse y eso que no le faltaron
oportunidades; la misma Adela, la prima de Carmina, no le habría hecho ascos,
ya ve, pero él, cuando salía la conversación, siempre decía que no quería meter
a una desconocida en su casa, que sus hijos, teniéndole a él, no necesitaban a
nadie y menos a una que nunca sería su madre.
Luego los
hijos se fueron, claro. Primero Antoñito, el mayor, que se fue a la capital y
acabó de Ingeniero de Caminos, encontró trabajo enseguida y, como era listo,
subió en la empresa y andaba siempre de acá para allá, incluso estuvo unos años
en el extranjero; Amador se quejaba de eso, de que nunca paraba en el mismo
sitio y de que apenas tenía tiempo de venir a verle pero el chico se ve que le
decía que los puentes y los pantanos no se hacen todos en el mismo sitio.
Rafaelín,
el pequeño, estudió para abogado y se fue a la capital a trabajar en un bufete
de mucho renombre, según contaba Amador. Tampoco es que viniera mucho a ver a
su padre pero algo más que el mayor sí venía, a fin de cuentas, él ya tenía su
casa en la ciudad y el viaje en tren apenas eran seis horas.
Pero,
claro, Amador, quieras que no, se había quedado solo; él iba al bar y echaba
sus partidas de dominó y veía el fútbol y esas cosas pero cuando llegaba a casa
no había nadie esperándole. Y cuando se jubiló de la mina, pues peor, claro,
porque tenía mucho tiempo libre y poco que hacer y ya se sabe lo que pasa, que
cuando no se tiene faena se da en vicios, o en pensar, que no se sabe lo que es
peor, así que dijo que tenía que buscarse algo que le tuviera ocupado para que
la cabeza no se le fuera por donde no debía.
Bernardo,
el de la ferretería, fue el que le animó con lo de la pesca, supongo yo que más
por venderle el equipo que por otra cosa porque los ríos de por aquí no traen
nada, alguna trucha escuchimizada y algún barbo despistado, no son como los de
la otra vertiente, que llevan hasta salmones. El caso es que Amador se compró
la bici y todos los días, de buena mañana, salía de casa con la caña y con el
resto de los aperos y se hacía sus buenos kilómetros hasta la pesquera, a veces
regresaba a mediodía pero otras se tiraba allí hasta media tarde; a veces había
pescado algo, a veces volvía con la cesta vacía, pero le daba igual, decía que
lo hacía por pasar el tiempo y estar entretenido, que en realidad a él el
pescado no le había gustado nunca.
Al poco
de eso fue cuando empezaron las obras de la térmica y el pueblo se llenó con
los obreros y los oficiales de la central, las dos pensiones no dieron abasto a
la avalancha de gente y empezamos a alquilar habitaciones, que era algo que nos
venía bien a todos; a los del pueblo porque nos ganábamos unos duros y a los de
fuera porque tenían un alojamiento apañado. Y Amador hizo lo que todos,
alquilar uno de los cuartos que tenía vacíos, todavía le quedaban libres otros
dos por si a los chicos les daba por venir, que no les dio, y durante los dos
años que duró la obra, don Enrique, el ingeniero, vivió en casa de él.
Amador siguió
con su cosa de la pesca pero ya no se quedaba hasta tarde, volvía a media
mañana y se ocupaba de la comida de don Enrique, yo creo que hasta le lavaba la
ropa y se la planchaba, como hacía con la suya, y todo era normal como en el
resto de las casas del pueblo que habían cogido huéspedes aunque ellos, al ser
dos hombres solos, se amigaron y andaban juntos a menudo, al bar los días de
diario o a la pesquera los domingos, que don Enrique se ve que no tenía familia
y se quedaba en el pueblo los fines de semana pero, vamos, nada raro.
Por eso
le digo que estamos todos que no nos lo creemos porque, aparte del susto no
verle en dos días, cuando vino la Guardia Civil y nos dijo que habían encontrado la
bici y la ropa del Amador a la orilla de la pesquera nos pareció imposible, que
estamos en enero y no es tiempo de bañarse, aunque sí que es verdad que, desde
que acabaron las obras de la térmica y don Enrique se marchó, Amador no había
vuelto a la pesca, que hasta se le había oxidado la bicicleta, pero lo que nos
ha dejado de piedra ha sido lo de la foto de don Enrique, que dicen que era una
que les hicieron una tarde en el bar, cuando la final de la Copa , toda arrugada en un
bolsillo del pantalón, como si la hubiera estrujado con rabia… que yo no quiero
pensar nada de nadie pero esto es todo muy extraño, que yo no me hubiera
imaginado nunca jamás que el Amador… pero lo de la foto da que pensar… y el
telegrama también allí tirado, hecho un rebujo…
Por
cierto, ¿se sabe qué decía?
Pues, en mi humildísima opinión, un gran relato que empiezo a leer como costumbrista hasta que entra en escena el elemento perturbador que introduces así, como el que no quiere la cosa...
ResponderEliminarPerturbador y hasta perverso final que nos deja el alma en vilo, querida fabuladora :)
Mil besos!!!
Mil para ti, hermana. Cómo me gusta gustarte.
EliminarAhora me tiraré toda la tarde pensando ..... qué decía el telegrama??
ResponderEliminarSorprendente como siempre!
Un abrazo.
Ay, Paloma... ¡gracias! Te debo una cosa, no creas que se me olvida, pero es que he pasado un par de semanas un poco complicadas. Confía en mí, soy Acuario.
EliminarUn abrazo muy grande.
Jajajaja ..... aahhhh bueno, pues siendo Acuario, ahora lo entiendo todo! Te lo dice una Piscis!
ResponderEliminarNow seriously, cuando puedas maja, no problem. Yo sigo leyendo tus relatos que son tan entretenidos, llenos de suspense y tan bien escritos.
Ub beso!
P.D.: si hay alguna errata pido perdón, he perdido las gafas de leer y estoy escribiendo a 'palpo'. Aiiissssss Señor ..... se hace una mayor!
Paloma, no se dice a "palpo", se dice "Sistema Braille".
Eliminar:-D
Abrazo grande.
Y gracias, siempre.
Querida Fefa, sé que puse un comentario en este relato, pero no sale. ¿Lo borraría? Soy un desastre informático.
ResponderEliminar¡Ah! Ahora comprendo nuestro buen rollo, siento debilidad por los Acuario, aunque soy Aries. ¡Ja,ja,já!
¿Puedes mirar dónde dejé mi comentario? Besitos.
Rosa preciosa, no me sale ningún comentario borrado en esta entrada así que lo más probable (lo digo porque a mí también me ha pasado) es que lo escribieras e, inmediatamente, algo te llevara a otra página y luego a otra y... te olvidaras de él. Cerraste sin haberlo enviado y se perdió en el Limbo de los mensajes no enviados y las llamadas perdidas.
EliminarComo diría el portero de "La gran familia", es un supositorio pero bastante aproximativo.
:-)
Aries y Acuario siempre nos hemos llevado bien, cariño.
Un abrazo muy grande.
.
ResponderEliminarEn realidad, don Enrique le había propuesto a Amador marcharse a la capital e iniciar una nueva vida, pero Amador no aceptó. En el telegrama, don Enrique confirmaba su triunfo como transformista en un decrépito cabaret para viejos libertinos. Su nombre artístico era Macarena del Albaicín. Cantaba copla.
Vichoff, si lo que cuentas ya es bueno per se, lo que no cuentas... es mejor.
:-)
Pues yo de esta historia no sé más que lo que cuenta el vecino, Sap, así que sé lo mismo que todos, pero esa idea tuya, con resultar pelín fantasiosa a la par que folklórica, no me parece descartable, nonono. Es de todos conocida la habilidad de los ingenieros para ocultar el lado frívolo de su personalidad.
EliminarUn abrazo, gamberro mío, y cienes.
Hay que ver cómo te gusta jugar con el lector. Un apunte aquí, una insinuación allá… Hay mucho de buena escritura y no menos de psicología.
ResponderEliminarMe gustan los textos con final abiertos. Voy a recabar más información entre los vecinos. D. Anselmo, el cura del pueblo, me ha dicho que… ;-)
Besos y abrazos
¡Si te enteras de algo no dejes de contármelo, porfa! Yo también estoy intrigadísima.
EliminarBesos, niña dulce.