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miércoles, 2 de octubre de 2013

UNA BICICLETA, UNA FOTO, UN TELEGRAMA...


¿Serie Negra? ¿Relato costumbrista? Ustedes dirán.







OLMO VIEJO


La verdad es que nunca habíamos sospechado nada, cómo iba nadie a figurarse una cosa así. Quiero decir que Amador fue toda la vida lo que se dice un hombre honrado y trabajador, que siempre se portó bien con su mujer y sacó adelante a sus hijos a fuerza de horas en la mina, pero siempre decía que era por ellos, para que pudieran estudiar y tuvieran un futuro mejor, lejos del pueblo y del maldito carbón, que envenena el cerebro y agujerea los pulmones.

Cuando murió la Carmina aguantó a duras penas, pero los niños aún eran pequeños y a él se le notaba que se comía la pena y tiraba para adelante con ese coraje que ya quisieran muchos que se las dan de valientes. No quiso volver a casarse y eso que no le faltaron oportunidades; la misma Adela, la prima de Carmina, no le habría hecho ascos, ya ve, pero él, cuando salía la conversación, siempre decía que no quería meter a una desconocida en su casa, que sus hijos, teniéndole a él, no necesitaban a nadie y menos a una que nunca sería su madre.

Luego los hijos se fueron, claro. Primero Antoñito, el mayor, que se fue a la capital y acabó de Ingeniero de Caminos, encontró trabajo enseguida y, como era listo, subió en la empresa y andaba siempre de acá para allá, incluso estuvo unos años en el extranjero; Amador se quejaba de eso, de que nunca paraba en el mismo sitio y de que apenas tenía tiempo de venir a verle pero el chico se ve que le decía que los puentes y los pantanos no se hacen todos en el mismo sitio.

Rafaelín, el pequeño, estudió para abogado y se fue a la capital a trabajar en un bufete de mucho renombre, según contaba Amador. Tampoco es que viniera mucho a ver a su padre pero algo más que el mayor sí venía, a fin de cuentas, él ya tenía su casa en la ciudad y el viaje en tren apenas eran seis horas. 

Pero, claro, Amador, quieras que no, se había quedado solo; él iba al bar y echaba sus partidas de dominó y veía el fútbol y esas cosas pero cuando llegaba a casa no había nadie esperándole. Y cuando se jubiló de la mina, pues peor, claro, porque tenía mucho tiempo libre y poco que hacer y ya se sabe lo que pasa, que cuando no se tiene faena se da en vicios, o en pensar, que no se sabe lo que es peor, así que dijo que tenía que buscarse algo que le tuviera ocupado para que la cabeza no se le fuera por donde no debía.

Bernardo, el de la ferretería, fue el que le animó con lo de la pesca, supongo yo que más por venderle el equipo que por otra cosa porque los ríos de por aquí no traen nada, alguna trucha escuchimizada y algún barbo despistado, no son como los de la otra vertiente, que llevan hasta salmones. El caso es que Amador se compró la bici y todos los días, de buena mañana, salía de casa con la caña y con el resto de los aperos y se hacía sus buenos kilómetros hasta la pesquera, a veces regresaba a mediodía pero otras se tiraba allí hasta media tarde; a veces había pescado algo, a veces volvía con la cesta vacía, pero le daba igual, decía que lo hacía por pasar el tiempo y estar entretenido, que en realidad a él el pescado no le había gustado nunca.

Al poco de eso fue cuando empezaron las obras de la térmica y el pueblo se llenó con los obreros y los oficiales de la central, las dos pensiones no dieron abasto a la avalancha de gente y empezamos a alquilar habitaciones, que era algo que nos venía bien a todos; a los del pueblo porque nos ganábamos unos duros y a los de fuera porque tenían un alojamiento apañado. Y Amador hizo lo que todos, alquilar uno de los cuartos que tenía vacíos, todavía le quedaban libres otros dos por si a los chicos les daba por venir, que no les dio, y durante los dos años que duró la obra, don Enrique, el ingeniero, vivió en casa de él.

Amador siguió con su cosa de la pesca pero ya no se quedaba hasta tarde, volvía a media mañana y se ocupaba de la comida de don Enrique, yo creo que hasta le lavaba la ropa y se la planchaba, como hacía con la suya, y todo era normal como en el resto de las casas del pueblo que habían cogido huéspedes aunque ellos, al ser dos hombres solos, se amigaron y andaban juntos a menudo, al bar los días de diario o a la pesquera los domingos, que don Enrique se ve que no tenía familia y se quedaba en el pueblo los fines de semana pero, vamos, nada raro.

Por eso le digo que estamos todos que no nos lo creemos porque, aparte del susto no verle en dos días, cuando vino la Guardia Civil y nos dijo que habían encontrado la bici y la ropa del Amador a la orilla de la pesquera nos pareció imposible, que estamos en enero y no es tiempo de bañarse, aunque sí que es verdad que, desde que acabaron las obras de la térmica y don Enrique se marchó, Amador no había vuelto a la pesca, que hasta se le había oxidado la bicicleta, pero lo que nos ha dejado de piedra ha sido lo de la foto de don Enrique, que dicen que era una que les hicieron una tarde en el bar, cuando la final de la Copa, toda arrugada en un bolsillo del pantalón, como si la hubiera estrujado con rabia… que yo no quiero pensar nada de nadie pero esto es todo muy extraño, que yo no me hubiera imaginado nunca jamás que el Amador… pero lo de la foto da que pensar… y el telegrama también allí tirado, hecho un rebujo…


Por cierto, ¿se sabe qué decía?

12 comentarios:

  1. Pues, en mi humildísima opinión, un gran relato que empiezo a leer como costumbrista hasta que entra en escena el elemento perturbador que introduces así, como el que no quiere la cosa...
    Perturbador y hasta perverso final que nos deja el alma en vilo, querida fabuladora :)

    Mil besos!!!

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  2. Ahora me tiraré toda la tarde pensando ..... qué decía el telegrama??

    Sorprendente como siempre!

    Un abrazo.

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    1. Ay, Paloma... ¡gracias! Te debo una cosa, no creas que se me olvida, pero es que he pasado un par de semanas un poco complicadas. Confía en mí, soy Acuario.
      Un abrazo muy grande.

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  3. Jajajaja ..... aahhhh bueno, pues siendo Acuario, ahora lo entiendo todo! Te lo dice una Piscis!

    Now seriously, cuando puedas maja, no problem. Yo sigo leyendo tus relatos que son tan entretenidos, llenos de suspense y tan bien escritos.

    Ub beso!

    P.D.: si hay alguna errata pido perdón, he perdido las gafas de leer y estoy escribiendo a 'palpo'. Aiiissssss Señor ..... se hace una mayor!

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    1. Paloma, no se dice a "palpo", se dice "Sistema Braille".
      :-D
      Abrazo grande.
      Y gracias, siempre.

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  4. Querida Fefa, sé que puse un comentario en este relato, pero no sale. ¿Lo borraría? Soy un desastre informático.
    ¡Ah! Ahora comprendo nuestro buen rollo, siento debilidad por los Acuario, aunque soy Aries. ¡Ja,ja,já!
    ¿Puedes mirar dónde dejé mi comentario? Besitos.

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    1. Rosa preciosa, no me sale ningún comentario borrado en esta entrada así que lo más probable (lo digo porque a mí también me ha pasado) es que lo escribieras e, inmediatamente, algo te llevara a otra página y luego a otra y... te olvidaras de él. Cerraste sin haberlo enviado y se perdió en el Limbo de los mensajes no enviados y las llamadas perdidas.
      Como diría el portero de "La gran familia", es un supositorio pero bastante aproximativo.
      :-)
      Aries y Acuario siempre nos hemos llevado bien, cariño.
      Un abrazo muy grande.

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  5. .
    En realidad, don Enrique le había propuesto a Amador marcharse a la capital e iniciar una nueva vida, pero Amador no aceptó. En el telegrama, don Enrique confirmaba su triunfo como transformista en un decrépito cabaret para viejos libertinos. Su nombre artístico era Macarena del Albaicín. Cantaba copla.
    Vichoff, si lo que cuentas ya es bueno per se, lo que no cuentas... es mejor.
    :-)

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    1. Pues yo de esta historia no sé más que lo que cuenta el vecino, Sap, así que sé lo mismo que todos, pero esa idea tuya, con resultar pelín fantasiosa a la par que folklórica, no me parece descartable, nonono. Es de todos conocida la habilidad de los ingenieros para ocultar el lado frívolo de su personalidad.
      Un abrazo, gamberro mío, y cienes.

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  6. Hay que ver cómo te gusta jugar con el lector. Un apunte aquí, una insinuación allá… Hay mucho de buena escritura y no menos de psicología.

    Me gustan los textos con final abiertos. Voy a recabar más información entre los vecinos. D. Anselmo, el cura del pueblo, me ha dicho que… ;-)

    Besos y abrazos

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    1. ¡Si te enteras de algo no dejes de contármelo, porfa! Yo también estoy intrigadísima.

      Besos, niña dulce.

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