Foto tomada de decoestilo.mujerhoy.com
SI NO TARDAS MUCHO...
Ojalá estuvieras aquí, hay tantas cosas que me gustaría enseñarte…
El cielo, por ejemplo. Aquí es amplio, abierto, y tiene otro color,
otra transparencia, otra intensidad. No recuerdo haber visto uno igual en
ninguna parte salvo, quizás, en los techos de la Capilla Sixtina. ¿En qué o
dónde se inspiraría Miguel Ángel para pintarlo? A veces me quedo mirándolo
fijamente y entonces, sin que me dé cuenta, sin que los llame o los convoque,
sobre su fondo se superponen imágenes de mis recuerdos más intensos. Tú estás
en casi todos, no hace falta que te lo diga. Mi preferido ya sabes cuál es: el
de nuestro abrazo, aquel abrazo bajo el sol de otoño en el que nos fundimos tú y
yo y se fundió todo lo que nos rodeaba. Salgo de nosotros y nos veo, estrechándonos,
incrédulos y felices, la cara escondida en el cuello del otro, temblando. A mí
se me llenaron los ojos de lágrimas inevitables, tú no te atreviste a besarme.
Durante unos segundos, ausentes de todo, pudimos disolver el tiempo y el
espacio y fuimos dueños del Universo.
También me gustaría enseñarte mi lugar, el lugar al que finalmente he
llegado. Me ha costado mucho trabajo pero al fin tengo mi recompensa: una
habitación propia. Creo que me la merecía, después de desearla toda la vida. Es
amplia, tan amplia como yo quiera, porque sus dimensiones son las de mis
sueños. Y mis sueños son grandes, ya lo sabes. Tienen que serlo porque solo
algo muy grande puede contenerte, contenernos. Y tiene luz, una luz que también
aquí es distinta. No perfila las cosas, las difumina. Resbala sobre ellas, las
rodea y las hace casi transparentes. No recuerdo a nadie que la haya pintado.
Las estrellas, sin embargo, son las de van Gogh.
Esta habitación significa, sobre todo, libertad. Una libertad
diferente que no tiene horarios ni rutinas ni más obligaciones que las que yo
quiera imponerme. Una libertad que ejerzo mirando al cielo, abandonándome a
nuestras músicas o leyendo lo que otros escribieron, lo que tú escribiste para
mí. Pero, sobre todo, es tiempo. Tiempo sin prisa, sin agobio, sin apremio. Tiempo
para soñar y para recordarte, para pensarte, para pensarnos juntos. Tiempo para
imaginar que se cumplen nuestros deseos. Todo el tiempo del mundo.
Es lo que tengo y lo que quiero tener contigo, por eso me gustaría que
estuvieras aquí. Porque el cielo me queda grande, la habitación está vacía sin
ti, la libertad no significa gran cosa si no se comparte y es demasiado tiempo
para mí sola.
Estoy un poco cansada pero no
te preocupes. Si no tardas mucho, te espero toda la eternidad.
Maravilloso...
ResponderEliminarBesos, reina.
Ains... qué bien que te ha gustado...
EliminarAbrazos, muchos.
Una gran recompensa para quien goza de libertad infinita. Precioso.
ResponderEliminarBesitos y abrazo.
Gracias, Rosa preciosa.
EliminarUn abrazo enorme.
¡Qué hermosa evocación del ser amado! ¡Qué belleza! Felicidades desde Monterrey, México.
ResponderEliminarGracias por leer y por comentar, Federico. Me emociona recibir noticias del otro lado del charco que nos separa y que nos une. Es señal de que la botella con mensaje llegó a una hermosa playa.
EliminarUn abrazo.
Bonito pensar que hay alguien que nos está esperando, sin prisas, para completar el circuito, el córculo de esas dos vidas paralelas -o coincidentes-... Me has tocado la fibra al recordar "mi canción". No puedes imaginar cuánto significado tiene para mí el WISH YOU WERE HERE Pinfloyano... ay, ay, que me has emocionado.
ResponderEliminarBueno... a lo mejor sí puedo imaginármelo, Juan. Casi me atrevería a decir que todo el mundo tiene en su vida un "I wish you were here", que todos esperamos a alguien o alguien está esperándonos.
Eliminar:-)
Gracias por leer y por comentar.
Bienvenido a esta tu caja. Un abrazo.