Dos irreverentes, uno bíblico y uno clásico.
¿EL REY SABIO?
Cuando aquellas dos mujeres se
presentaron ante él para resolver su disputa sobre el niño, el Rey compuso el
gesto de mayestática serenidad que tan ensayado tenía y anunció con voz solemne
que, dada la gravedad del asunto, debía retirarse para meditar y dictar una sentencia justa.
Doce horas después, el rey compareció en
la sala donde se celebraba el juicio e hizo pública la decisión que todo el
mundo conoce.
—¡Qué grande vuestra sabiduría, señor! —le
alabó el Consejero Mayor— ¡Qué astucia la vuestra al proponer que partieran al
niño por la mitad! Estaba claro que la auténtica madre no consentiría tal cosa.
El rey se volvió hacia el Consejero y lo
miró perplejo.
—Lo dije completamente en serio…
LOS MALOS DEL CUENTO
—Estoy harta —dijo La Bruja
Piruja.
—Y yo — dijo El hombre Del Saco.
—Todos estamos hartos
—suspiró El Hada Malvada.
El Ogro se revolvió en el
sillón pero no habló, solo miró hacia El Lobo, que sostenía el portátil en sus
rodillas y miraba hipnotizado la pantalla.
—Siempre los malos, siempre haciéndole la puñeta al protagonista…
—continuó lamentándose La Bruja Piruja.
—Nadie ha pensado nunca
en nuestro lado bueno, que lo tenemos —se lamentó El Coco.
Todos callaron, pero el
silencio duró solo unos segundos. El Lobo Feroz lo rompió con un gozoso
aullido.
—¡Auuuuuuuuuuuuuuuuuu!
¡Mirad lo que he encontrado! ¡Esto puede ser nuestra salvación!
Todos se acercaron a
mirar. En la pantalla del ordenador resplandecía un título:
“Clásicos irreverentes”
Si conociéramos la verdad verdadera, muchos mitos caerían, incluidos los Reyes Sabios. Una irreverencia muy sana y original.
ResponderEliminarEn cuanto a los malos más malos de la historia, siempre tienen algo medio animal medio humano.
Un abrazo.
Otro abrazo para ti, Josep.
EliminarMe encanta verte por aquí.
¿Qué musas tienes contratadas? Nunca dejas de sorprenderme "clásica irreverenta".
ResponderEliminarNo te hago la reverencia porque la rodilla sigue teniendo una castaña, pero te mando besitos.
¿Contratadas? Ninguna. Tengo una, la que me correspondió por turno cuando fui a solicitarla. Pero me ha salido de un golfo que no veas, me deja tirada en cuanto me descuido.
EliminarLuego aparece un rato, me sopla algo y vuelve a marcharse.
Estas musas no son como las de antes, de verdad te lo digo.
Un abrazo, Rosa preciosa.
Dos joyas...
ResponderEliminarBesos, reina.
No solo aprendo a escribir, sino ya también historia (y es que eso de los clásicos irreverentes me lo tuvo que wikipediar :P). Qué buenos, paisana. Dos besos.
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