Alguien tuvo la ocurrencia de sugerir que escribiéramos "A la manera de..."... de quien quisiéramos. Yo me acordé de Homero.
LA ESPARTÍADA
Canta, oh, diosa, la cólera de Aquilino, el Bravo, el de broncíneo
rostro, cabellera engominada y cuerpo ágil, el favorito de Acción, dios de la Bolsa, y de la diosa Íbex, prima de Riesgo ; el que dominaba una
gran parcela del parqué a través de sus arriesgadas operaciones bursátiles; el
valiente guerrero del tercero C que jamás se amilanó ante las dificultades ni
dio por perdida una batalla, el electo Presidente de aquella su Comunidad.
¿Quién de entre los vecinos lanzó la manzana de la
discordia? ¿Quién de ellos desató la tormenta que habría de producir tanto
infortunio? Fue Colodio, el hijo de Cleta y de Zósimo, el comerciante de
impecable guardapolvo y mirada aviesa, quien, como enviado por alguna deidad de
ánimo adverso, suscitó, en aquella reunión de la Comunidad de Propietarios,
la agria polémica: como dueño de uno de los locales situados en los bajos del
inmueble, alquilado a un “cosetodo” desde los tiempos en que Fernando VII usara
paletó, se negaba en redondo a la reforma de los espacios comunes y a la
acometida de las obras necesarias para la instalación del ascensor. Él,
Colodio, hizo valer su voto y asoló con infinitos males al resto de los
propietarios.
Porque durante varios años, tantos que hasta Andrea, la hermosa Secretaria
de níveos brazos que ocupaba el quinto H, había perdido la cuenta, las huestes
del portal número quince de la calle Esparto, constituidas en enfurecido
ejército y encabezadas por el Bravo Aquilino, el de broncíneo rostro, libraron
la guerra más feroz y despiadada de que se tiene memoria. Fieramente armados
con la Ley de
Propiedad Horizontal, la Ley
de Arrendamientos Urbanos, la Ley de Ordenación de la Edificación y variada
jurisprudencia, solicitaron y obtuvieron la ayuda de una parte del pueblo
leguleo y durante años pelearon, como un solo hombre, en diversas Salas de
Justicia.
—¡Recobremos nuestro valor! —exhortó Aquilinno a los convencinos antes
de partir hacia el Juzgado— No somos rebaño de ovejas ni piara de cerdos,
desconcertados ante el acecho de los lobos. Nuestra fuerza es la razón y ella
nos asiste; ¡oh, Libra, hermana de Balanza, hija de Ecuánime, que habitas el
paraíso de los justos!, tú velarás por nuestra causa. ¡Venceremos!
Y, dicho esto, tomó de la mano a Patronio, el de la voz de trueno y
ágiles dedos, el fiel tesorero que habitaba en el cuarto F, y a Andrea, la de
los níveos brazos, que cargaba con los libros de Actas, y juntos encabezaron la
marcha de aquel ejército de aguerridos soldados, formado por la totalidad de
los vecinos del inmueble número quince de la calle Esparto, todos ellos
dispuestos a ganar aquella guerra o a morir en el intento.
Esta crónica relata lo que sucedió a lo largo de aquellos diez años, las
innumerables batallas que tuvieron que librar, los sufrimientos y penurias a
los que tuvieron que hacer frente y los estragos que la lucha causó en ellos,
para que de su valor y su heroísmo quede testimonio imperecedero.
¡Oh,tú, hermosa Cleta! ¿O será Tecla? aspartaté un momento pá que deje las risas apartás en el buzón quince de la calle Esparto.
ResponderEliminarEntoavía mi mari´o, el Zósimo está esperando el cheque del cosetodo pá pagar los desperfectos de tan tamaño desastre.
Quede testimonio de fecha caducada en tan infausto recuerdo.
Reverencia señá Tecla.
Gracias, gracias, señá Rosa.
EliminarNos alegra que se haya reído con la aventuras de esta nuestra comunidad.
:-)
Un abrazo, preciosa.
¡Ay, jamía que no puedo para de reír! :-)
ResponderEliminarPues reírse es buenísimo pa la salud, que lo sepa usted, reina. Porque libera endorfinas y limpia los pulmones y mueve músculos poco utilizados y regula la tensión y baja la glucosa y refuerza el sistema inmunitario. Y creo que también es antiarrugas.
EliminarAsí que le voy a recetar unas buenas risas tres veces al día y en un mes... como nueva.
:-)
Un besazo, bonita.
Y es que lo único que hemos cambiado son los nombres y las formas pero no el fondo. En algunos aspectos, como dijo ese filósofo y cantante hispano, la vida sigue igual. Por los siglos de los siglos.
ResponderEliminarYa está todo inventado, Josep.
Eliminar:-)
Gracias por leer y por comentar.
Un abrazo.
.
ResponderEliminarUna parodia así solo tiene una explicación y un origen: la transmigración de las almas. Te he descubierto, Vichoff. Tú, en otra vida, fuiste lazarilla del Divino Aedo (iba a decir Divino Vate, pero queda feo).
Cienes.
Pues no te diría yo que no, jaté. Igual lo mío por la Grecia clásica (que, como sabes, es auténtica de-vo-ción) me viene de ahí.
Eliminar:-)
Cienes, Sapristillo, qué bien tenerte de vuelta.