Un divertimento como otro cualquiera.
Foto tomada de inventiaproject.com
CAFÉ TINTERO
No podía alegar que no estaba avisado. Desde el primer
momento, todos (amigos, familiares, incluso su mujer) le advirtieron del riesgo
que corría.
—Oh, oh, oh —dijo su amigo Félix, el tipo más estrafalario de
la bohemia de la ciudad, profesor de Estética en la Universidad y única
persona que no vio sólo lo negativo—... es una idea fantástica, la apoyo sin
reservas. Pero reconocerás, Abel, que, desde la perspectiva del mero negocio...
hay muchas probabilidades de fracaso.
Lo reconocía, desde luego, pero no quiso renunciar a su
sueño. Buscó un local, hizo obra, lo decoró, lo amuebló y, finalmente, abrió el
“Café Tintero” y lo anunció como un espacio nuevo, distinto; un lugar donde
comprar libros, revistas, discos y vídeos y, además, leer y charlar mientras se
degusta un capuchino o un té con hierbabuena; un sitio donde, si todo iba bien,
acabarían organizándose foros y tertulias en los que se hablara de “La Eneida ”, de “Tirant lo
Blanc”, de Sófocles, de Rimbaud, de las vanguardias; donde los autores locales
tendrían un hueco para presentar sus obras...
Año y medio más tarde, Abel, apesadumbrado, tuvo que darles
la razón a los que habían hecho los peores pronósticos. El “Café Tintero” no
estaba lleno de gente intelectualmente inquieta que compraba libros y discos y hablaba de Dostoievski con su vecino de asiento mientras tomaba su café. Las
convocatorias para tertulias monotemáticas habían tenido una tibia acogida (si
puede entenderse por “tibia” la asistencia de cuatro o cinco personas) y las
ventas iban cada vez peor.
Abel estaba a punto de aceptar su fracaso cuando el azar
llamó a su puerta. El azar se llamaba Terry Fox, era director de cine y quería
alquilar el “Café Tintero” para rodar algunas escenas de su película “The
pretty girls”. En español chapurreado, Tex le explicó que le encantaba el
minimalismo de local, su iluminación, sus sofás rectilíneos, sus líneas puras,
sus estanterías casi invisibles. Abel no se enteró muy bien de las condiciones
porque el contrato estaba escrito en inglés pero, como la cantidad que la
ofrecían estaba muy claramente escrita en números árabes y era tan generosa que
le sacaba de apuros, firmó sin vacilar.
—¡Oh, oh, oh, querido —exclamaba Félix dos años más tarde sin
disimular su admiración—, nunca pensé que este local pudiera tener un éxito tan
espectacular!
Abel recorrió con mirada taciturna el espacio del “Café
Tintero”. A la puerta, una docena de personas esperaban a que hubiera un hueco
libre para acceder al interior. En la barra se agolpaban dos docenas de clientes
reclamando sus bebidas y el camarero no daba abasto a atender los pedidos. La
sección de vídeos, en la que podían encontrarse los títulos más recientes de
las mejores productoras de porno, desde el clásico Michael Nin hasta Sam Assley, el director revelación del porno
gay chic, estaba tan abarrotada que la gente no podía moverse sin estorbar a
los que estaban alrededor. Los sofás habían desaparecido bajo los cuerpos de
las personas que se habían acomodado en ellos sin dejar un hueco libre y que
discutían, en aquel momento, si el inicio del porno de calidad lo marcaba “Garganta Profunda” o “Tras la puerta verde”
y si, realmente, Nacho Vidal era el sucesor de Rocco Sifredi. Junto a las
estanterías, varios clientes se peleaban por adquirir los títulos más recientes
de Jaime de Urízar, prolífico autor de novelas eróticas que arrasaba en los
países del Este.
—Francamente, Félix —respondió asombrado—, yo tampoco.
Uy, a cuántas reflexiones daría lugar esta estupenda narración: cómo puede el azar cambiar nuestro rumbo, cuánto puede hacer el dinero o la necesidad económica, cómo somos capaces de doblegarnos a lo inevitable, cuán poco interés despierta la cultura,...y un larguísimo etcétera. Excelente historia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Josep.
EliminarEspero que, aparte de reflexionar, te hayas divertido.
Un abrazo muy grande, querido.
El café Tintero es una idea tan estupenda que Abel hizo bien en arrojarse a sus brazos... luego, ya se sabe, hay todo un mundo alrededor.
ResponderEliminarUna historia buenísima, desde luego.
Besos mil!!
A veces fracasamos en aquello en lo que intentábamos triunfar y triunfamos en lo que no nos importa demasiado.
EliminarSé la vi, que dijo el filósofo.
Mil para ti, hermana.
Hija, este mundo es impredecible...
ResponderEliminarNo lo conocía este relato y me encanta¡¡
Esperemos que nuestro Tintero no acabe así...
Besos, reina
No creo que nadie quiera comprarnos nuestro espacio para rodar "Colegialas perversas", reina.
EliminarDe todas formas, si pagaran bien...
:-P
Abrazo, preciosa.