"Regreso a Ítaca" es el nombre de uno de los grupos de Netwriters. Su fundadora, Mari Carmen Azkona, me pidió un texto y yo solo fui capaz de escribir esto. Pero ella es buena y no me lo tuvo en cuenta.
REGRESANDO A ÍTACA
Me gustan los lugares de tránsito, las estaciones, los
aeropuertos, las paradas de bus o de metro. Tienen ese aire de provisionalidad
de los momentos mágicos: ahora está, ahora ya no está. Ahora hay un montón de
gente que va camino de la salida o de los andenes, que se detiene a comprar una
revista en el kiosko o se acaba de tomar un café, y ahora, unos segundos más
tarde, ya no está, ya han subido a su tren o se han perdido por la puerta de
embarque o han ocupado su asiento en el autocar, y todas esas personas han sido
sustituidas por otras parecidas, con similares maletas o mochilas o
portafolios, con la misma prisa o el mismo apuro porque llegan tarde, que van
camino de la salida o de los andenes.
A veces, para entretenerme, imagino la historia de cada
una de las vidas que se cruzan fugazmente, por un instante, en esos lugares. La
señora del abrigo azul parece una madre de familia que ha tenido que dejar a
los suyos para acudir a otra ciudad porque su madre está enferma, aquel joven
tiene todo el aspecto del estudiante que regresa a casa después de los
exámenes, el hombre de más allá no puede disimular el aire culpable de quien
acude a una cita furtiva... Y luego ¿qué? ¿Se volverán a cruzar sus caminos
alguna vez?
En cualquier caso, como dijo Antonio, las estaciones
tienen algo mágico. Parecen lugares de paso, refugio de nadie, pero todo el
mundo se siente en ellas como en casa.
Quizás lo que ocurre (y esto lo digo yo) es que todas
ellas conducen a Ítaca.
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