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viernes, 17 de enero de 2014

MAGIA POTAGIA


La propuesta de aquella semana fue "Un cuento de hadas". Yo aproveché la ocasión y escribí un cuento de magos que fuera también un homenaje. 







EL MAGO


—Eres un gamberro, Merlín.

—En absoluto, querida Circe.

—Lo eres. Solo a un grandísimo gamberro se le ocurriría semejante jugarreta. ¿O es que acaso te aburres?

—Tal vez, sí, amiga mía, o… tal vez se trata solo de ver cómo reaccionan los mortales…

—De eso estás sobradamente enterado, llevas varios siglos observándolos.

—Es cierto, querida, aunque no tantos como tú, pero reconoce que es la primera vez que se encuentran con algo de estas… características. Y que se manifiesta de forma tan descarada, con tan poca discreción.

—Supongo que has pedido permiso al Supremo…

—¡Por supuesto! Jamás me atrevería a hacer algo así sin su autorización.

—¿Y te la dio sin ponerte dificultades, sin cuestionar la utilidad del experimento?

—Oh, bueno… ya sabes cómo es Él…

—Sí, ya sé cómo es…

—Preguntó, claro, quiso sabes qué me proponía exactamente. Pero cuando le expuse mis intenciones… lo encontró divertido.

—Quién diría que tiene sentido del humor…

—Lo tiene… creo… O, tal vez, él también se aburre a veces… La cuestión es que ver la reacción de los mortales ante un prodigio de nuestra factoría le pareció lo bastante interesante como para permitírmelo.

—Y… ¿cómo va el experimento? ¿Cómo han reaccionado?

—Están encantados, embelesados, asombrados, fascinados, deslumbrados… No terminan de creérselo. Pero fíjate que, a pesar de eso, a pesar de ser tan evidente que eso no es posible en su mundo, son tan ingenuos —tan rematadamente ingenuos, diría yo—, que no sospechan nada.

—¿No sospechan? Entonces… son mucho más torpes de lo que yo pensaba…

—Lo son. Están convencidos de que son trucos como los del resto de sus magos, ya sabes, trucos de esos que se descubren ralentizando los movimientos, explicando la colocación previa de las cartas o sacando las que llevan escondidas en la manga.

—Pobres mortales… No se enteran de la mitad de las cosas que pasan a su alrededor. ¿A quién les enviaste, Merlín?

—A ese muchacho tan simpático, el de las gafas y el pelo rizado, el que hace como que toca el violín…

—¿Juan?

—Sí, Juan, el hijo de Tamariz.

4 comentarios:

  1. Qué grande paisana, tan grande como el mismísimo Juan Tamariz, Hechicero del Tercer Círculo... o más :)

    ¡Besos!

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    1. Paisano, ya sabes cuánto me gusta gustarte.
      Un abrazo.

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  2. Divertido relato..tercer circulo...de que me sonará eso.
    Mas besos

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    1. Gracias por dejar tu comentario, Corenia.
      Pasa y ponte cómoda, estás en tu caja.
      Un abrazo.

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