Translate

jueves, 7 de mayo de 2015

TODO LO QUE TOCO


Fondoarmario total. La musa sigue sin aparecer.








Imagen tomada de www.lasmejoresportadas.com




OLVIDO

Todo lo que toco se convierte en olvido. Me he dado cuenta esta mañana, cuando fui a coger un libro de la estantería. Hace quince días la vacié por completo, les di a las baldas una mano de reparador (que ya les estaba haciendo falta) y limpié los libros uno a uno. Luego los volví a colocar en su sitio, cada uno en el suyo, el mismo que ocupan hace veinticinco años. Ningún problema en eso, me sabía de memoria el lugar que ocupaba cada volumen y hubiera podido encontrar cualquiera de ellos con los ojos vendados, guiándome sólo por el tacto y la memoria. La jubilación me trajo muchas cosas buenas y la mejor de ellas es, sin duda, disponer de mucho tiempo para lo que más me ha gustado siempre: la lectura. Y esta mañana quise releer “O crime do padre Amaro”. Pero de pronto me encontré frente a la librería, mirando los lomos perfectamente alineados y preguntándome dónde demonios estaba el libro de Queiroz. Quise repasar mentalmente los títulos de cada estante pero sólo conseguí recordar el segundo: Turgueniev, Dovstoievsky, Tolstoi, Chejov, Flaubert y Zola. El resto...
Y en ese momento recordé que, la semana pasada, había sacado mis viejos zapatos de cordón, tan cómodos, tan lustrosos y como nuevos después de diez años, y me los puse para ir a comprar el pan y el periódico. Pero no fui capaz de anudarlos.
Y también recordé que, hace unos días, mi hija Celia llegó a casa con un bebé de cara redonda y ojos grandes. Era tan guapo que no pude evitar sacarlo del cochecito, acunarlo y darle un beso. Luego le pregunté:
—¿Y quién es este jovencito?
Mi hija me miró con una expresión que no supe descifrar.
—Es tu nieto, papá —me contestó—. Se llama Antonio, como tú.
Por eso esta tarde, cuando Matilde se ha acercado a darme un beso, me he apartado bruscamente de ella.
—¡No! —he gritado— ¡Ni se te ocurra!

Creo que la he asustado. Tendré que explicárselo. Tendré que decirle que, después de treinta años de amor, de cariño, de compañía; después de haber pasado juntos tantas cosas buenas y malas, después de haber tenido la inmensa suerte de tenerla conmigo todo este tiempo, he decidido no volver a tocarla. Porque temo que, si la toco, ella también se convierta en olvido. 


8 comentarios:

  1. ¡Hermoso! Muy hermoso y real los olvidos perdonables. ¡Pobres familias!
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Rosa preciosa.
      Afortunadamente, no he tenido ningún caso cerca, pero puedo imaginar cómo se sufre.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Dios mío... qué bien lo has contado, querida amiga...

    Besos, reina.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Besos, reina de picas.
      "Bien contado"... Creo que es lo mejor que se puede decir de un relato. Gracias.
      Abrazo enorme.

      Eliminar
  3. Alguien que ha escrito esta maravilla de relato no puede haber perdido la inspiración. Mira bien por todos los rincones, llama al hotel donde estuviste por las vacaciones de Semana Santa, pon un anuncio, pero encuentra a tus musas de una vez que tienes que volver a deleitarnos con nuevos escritos.
    Entretanto, puedes echar mano del fondo del armario y sacar recuerdos como éste.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por todo, Josep.
      Haré un cartel de "Se busca" a ver si consigo dar con ella.
      Un abrazo muy grande, amigo.

      Eliminar


  4. Qué maravilla, qué emotivo y qué precioso final. Se me han erizado la piel y sé que no se convertirá en olvido. Qué buena eres.

    Besos y abrazos

    ResponderEliminar
  5. Coincido con Josep, la inspiración nunca la has perdido, siempre que te has puesto a ello has hecho grandes cosas (alguna de ellas va a ser pronto un exitazo ;). Solo has de poder sentarte a escribir, pero eso... querida paisana... es otro tema.
    Besos y abrazos.

    ResponderEliminar