SOY TODO OREJAS
No sé qué hacer, realmente. Estoy muy confundida. Pienso en todas las opciones que existen y ninguna me satisface por completo. Me preocupa, sobre todo, que él esté esperando que su padre y yo hagamos algo para resolver la situación y que lo que hagamos no esté a la altura de lo que espera. Me aterra la idea de que piense que no nos preocupamos por él, no quiero defraudarle. Pero es que es tan complicado... ¿Qué se supone que unos padres deben hacer cuando su hijo viene todos los días diciendo que en la escuela sus compañeros le llaman “Orejotas”? ¿Deberíamos, tal vez, ir a la escuela, hablar con la Directora y pedirle que tome medidas al respecto? Que castigue a los alumnos que se meten con él, por ejemplo. Claro que... si creemos lo que el niño nos cuenta... la directora tendría que castigar a toda la clase, parece ser que ninguno se priva. Qué crueles son los niños, qué poco les cuesta ensañarse con el más débil, con el diferente. Y no creo que fuera la solución definitiva. A fin de cuentas... los niños suelen actuar a la contra: baste que se les prohíba algo para que se empeñen en hacerlo.
¿Tal vez sería mejor quitarle importancia al asunto, decirle a nuestro hijo que no se preocupe, que ya se aburrirán y dejarán de meterse con él en cuanto vean que no les hace caso y que no le afectan sus burlas? Cuando vaya a la Escuela de Aprendizaje todo cambiará porque los alumnos allí son diferentes pero... ¡aún faltan tres años!
¡Por todas las galaxias del Universo!... tanto su padre como yo le hemos inculcado, desde pequeño, la idea de que las cosas realmente importantes están más allá de la apariencia, de que ha de cultivar su espíritu y su mente por encima de todo si quiere llegar a ser una persona íntegra y honrada. Y ahora... todas nuestras enseñanzas, todos nuestros consejos se hacen añicos ante el ataque estúpido de una pandilla de maleducados. Nuestro hijo creerá que le hemos estado engañando toda la vida, que lo que importa de verdad no son los buenos sentimientos o una voluntad recta sino tener una cara de hermosas facciones o medir más de un metro cincuenta.
No sé qué hacer. Esperaré a la semana que viene y, cuando su padre regrese del Curso de Perfeccionamiento, buscaremos juntos una solución. Mientras... intentaré que no piense en el asunto y que no note mi preocupación. Aunque no sé si podré engañarle, es un niño muy, muy listo. A veces tengo la sensación de que me lee el pensamiento.
Ah, aquí llega. Veremos cómo se han portado hoy esos patanes que tiene por compañeros.
—¡Yoda, cariño! ¿Qué tal en la escuela?
Pero qué relato más original y tan presioso..
ResponderEliminarUn beso y gracias ;)
Este relato es de cuando mi musa trabajaba full time y aún no se había tomado vacaciones indefinidas, MariFabre.
EliminarQué tiempos aquellos.
:-)
Un beso.
¡¡¡Bueno!!! precioso, pero además cae de golpe en un final muy divertido: me estoy riendo con el cuento de Yoda.
ResponderEliminarGracias, Vichoff, no hay nada como una buena carcajada para conjurar una tarde de domingo...
Un besazo!
Qué bueno hacerte reír, hermana, es para mí el mejor premio.
Eliminar¡Conjurar una tarde de domingo, nada menos!
!Wow!
Otro beso para ti.
¿¡Pero qué me has hecho!? Yo que estaba emocionándome, que pensaba lanzarte un discurso sobre la educación, los valores… Y de repente… Yoda :-) Eres genial, fantástica.
ResponderEliminarGracias por regalarme una sonrisa con la que cerrar el día.
Besos y abrazos
Que me gusta a mí sorprender al lector más que a un tonto una tiza verde, jamía.
EliminarQué bien si lo he conseguido.
Besos, muchos.
Las apariencias engañan... incluso en un cuento y su desarrollo. A mi también me gustan las sorpresas. Y me encantan los cuentos morales que emplean, además, el humor. En cualquier caso tu musa no está de vacaciones: lleva tiempo escondida en tu cajita para que nadie tengamos la tentación de raptarla y obligarla a horas extra.
ResponderEliminarTe juro, Emilio, que en mi cajita no está, que la he buscado y llamado y la muy golfa no aparece. No me puedo quitar de la cabeza que me ha abandonado por un apuesto muso y que, lógicamente, no tiene intención de volver conmigo.
Eliminar:-)
Gracias por leer y por comentar.
Un abrazo.
Ahora entiendo porque después se pasó un montón de años (pero un montón) diciendo eso de: "que la Fuerza te acompañe"...
ResponderEliminarFantástico cuento con sorpresa incluida.
PS: Puedes buscar a la musa en el planeta Dagobah.
«El tamaño no importa. Mirame a mí. ¿Por mi tamaño me juzgas? ¿Hmm? Hmm. Y no deberías hacerlo. Pues mi aliada es la Fuerza, y una poderosa aliada es.»
―Yoda, a Luke Skywalker (uno de los matones de la clase por lo que parece)
¡Por dio, jamía! Seguro que nos engañas y tienes una musa raptada con muso incluido. Orejotas tiene que estar contentísimo de haberla conocido y tener un final así.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Muy bueno, Vichoff.
ResponderEliminarBesos.